Bienvenida, posmodernidad


CALVO DRAGO, Julio.

La Editorial Cultura publicó este año «Megadroide Morfo-99 contra el Samuray Maldito», el cual fue el cuento de Julio Calvo Drago ganador del Premio Nacional de Cuento y Relato Bancafé-elPeriódico de 1998. Entonces, fue publicado en ese matutino; sin embargo, no habí­a sido publicado en formato de libro.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Diez años pasó, pues, para que la publicación fuera realizada. Textualmente, es la misma versión, salvo algunos cambios que realizara el autor, como unificar la temporalidad verbal en tiempo presente, o modificar dos nombre. En lo restante, es la misma versión.

La estructura del cuento refiere a una historia central, que es la lucha violenta entre el Megadroide Morfo-99, quien supuestamente es el bueno, y el Samuray Maldito, presunto malo de la historia. ¿Por qué pelean? No se sabe; sólo se sabe que lo hacen con mucha saña, y que la lucha es interminable; cuando uno está derrotado, el otro resurge como el Ave Fénix y le atesta un golpe al otro que da nuevos aires a la lucha.

En el í­nterin, Calvo Drago enlaza con mucha habilidad otras historias, como la de unos payasos que suben a una camioneta en Palí­n, Escuintla, y, tras realizar su acto cómico, proceden a asaltar a los usuarios; o la historia de un hombre que sufre la violencia de un vecino que es militar retirado y que está alcoholizado; o la de un niño que se aburre de la violencia de la televisión y los videojuegos, y por ello ataca a un gato, un perro y una planta.

Es decir, el punto central es la violencia sin sentido; la violencia que no tiene fundamento, ni causa, ni origen, ni objetivo.

Temáticamente, pues, este cuento es una crí­tica audaz, aunque lúdica, en contra de la violencia. Tal vez el tí­tulo logre confundir y haga pensar que se trata de una lectura ligera o que es un producto cultural «pop».

Lejos de esto, Calvo Drago nos golpea con nuestro propio lenguaje, y nos invita a reflexionar sobre la violencia. Esa violencia que nos corrompe, que nos hace bocinar en el tráfico cuando alguien, por alguna broma del destino, se queda parado con desperfectos mecánicos; o la violencia que nos hace gritar para dar una simple sugerencia, o que nos hace dar golpes cuando alguien no hace las cosas como a nosotros nos gusta; o la violencia que nos hace linchar a un delincuente, ya que la policí­a y el sistema de justicia es incapaz de resolver el conflicto.

Es decir, ¿por qué pelea el Megadroide contra el Samuray? Para saberlo, habrí­a que preguntarse sobre por qué somos nosotros tan violentos, sobre por qué nos gustan las pelí­culas con exceso de sangre y balas, o las noticias de nota roja.

Lingí¼í­sticamente, como se podrá observar en el tí­tulo de cuento, Calvo Drago se apropia del lenguaje de las computadoras, de los cómics y la manga japonesa, de los juegos violentos, como Mortal Kombat o Street Fighters, la publicidad, las marcas registradas, de la Internet y otras tecnologí­as actuales.

Por ejemplo, el Megadroide es capaz de cambiar de forma, si es que lo solicita a una especie de satélite. En el siguiente párrafo, se observa un buen ejemplo del lenguaje en una de las transformaciones de uno de los personajes:

«HyperSorcerer®, motor operativo de la EtéreaNet®, después de responderle con un frí­o pero empático: «Vaya. Por fin algo de acción. Esto ya parecí­a caricatura japonesa para niños», procesa el input en microsegundos/ / /processing /processing /processing/connection_succeeded/waiting_for_reply/waiting_for_reply/wating_for_reply/satelliteLink=F8/ «

Este tipo de estilización léxica tiene el objetivo de acercar el tema de la violencia por la violencia, a un lenguaje actual, el cual también nos provoca tensión y ansiedad.

El cuento no tiene final, ya que, por ser un tema sobre la violencia eterna y recurrente, el relato finaliza como si se apagara la televisión en medio de una pelí­cula; el hecho de que ya no se vea la pelí­cula por televisión, no quiere decir que se deje de trasmitir… ésta sigue y otro la verá.

De las 92 páginas, sólo unas 35 son del cuento en sí­. El resto se refiere a reseñas publicadas, y también sobre otros juegos lúdicos en torno al cuento. í‰stos recursos, los juegos lúdicos, son de resaltar ya que aportan otros significados al cuento.

Literariamente, se debe reconocer en el «Megadroide…» varios aportes formales, como el uso de intertextualidades, es decir, de referencias (frases, ideas) de otros textos literarios, que, incluidos en el cuento de Julio Calvo, dan una gama más amplia de significados.

Por ejemplo, si en este libro se hace referencia del breví­simo cuento monterrosiano, sólo que parodiado en «Cuando despertó, el Samuray Maldito todaví­a estaba allí­…», sin que el lector logre evitarlo asimila el texto de «El dinosaurio» con este cuento, convirtiendo a la figura del dinosaurio en la violencia o cualquier otro tema que el lector logre reconocer.

La diagramación de libro es otro aspecto muy importante. La edición estuvo al cuidado del mismo autor, por lo que supongo que él fue capaz de incluir los diferentes juegos visuales que hay en esta publicación.

Esto representa un cambio en la edición en Guatemala, ya que usualmente no se presta atención a estos aspectos, los cuales son muy importantes, ya que si no se ofrece una presentación atractiva, por muy bueno que sea el texto, corre el riesgo de que el lector no tenga ganas de leerlo.

Todo esto (edición, lenguaje, temática, diagramación, etc.) nos acercan a una literatura más cercana a los patrones posmodernos del arte. Aunque, desde hace varios años, ya se conocí­an algunas expresiones posmodernas en la literatura, sólo que en dirección a otras aristas de la posmodernidad (parodias monterrosianas, literatura testimonial, estrategias textuales y extratextuales, etc.). Por ello, el «Megadroide…» debe ser considerado como un hito en la historia de la literatura y la edición de Guatemala, ya que presenta cambios sustanciales en sus páginas. Tal vez podamos referir que estamos frente a una cumbre de la literatura actual.