Lilian Fernández Hall
Carol Zardetto nació en Guatemala. Se ha desempeñado como abogada, diplomática, funcionaria de gobierno, columnista, guionista de cine y escritora. Es autora de cuentos, ensayos literarios y políticos. Fue coautora de la columna de crítica de teatro Butaca de dos en el periódico Siglo XXI. Con Pasión Absoluta (F&G Editores, 2006) es su primera novela y fue galardonada en el año 2004 con el Premio Centroamericano de Novela «Mario Monteforte Toledo».
Lilian Fernández Hall: -Carol: sin una experiencia literaria anterior, tú escribes Con Pasión Absoluta, una novela de casi 400 páginas, con una estructura compleja y una rica trama de personajes que abarca varias generaciones de mujeres y hombres de Guatemala, y de paso te ganas el Premio Centroamericano de Novela Mario Monteforte Toledo, como primera mujer guatemalteca. ¿qué te llevó a escribir una novela, a encaminarte como escritora, en un ámbito desconocido para tí, quizás hasta dejando de lado tu labor de abogada y funcionaria?
Carol Zardetto: -Publicar Con Pasión Absoluta fue un salto grande que me colocó de golpe en el mapa de los escritores guatemaltecos, lo cual fue sorpresivo para muchos. Sin embargo, la literatura había sido parte fundamental de mi vida desde siempre. Nunca había intentando una narrativa de largo aliento, pero cuando me vi frente a la posibilidad de una historia como la que narra Con Pasión Absoluta, dejé todo para seguir su rastro. El impulso creativo es una pulsión difícil de rechazar. Por otro lado, aceptar el compromiso implicó grandes sacrificios.
LFH: -¿Cómo se gestó tu novela? ¿Fue tu primer proyecto literario grande?
CZ: -Pasé cuatro años expandiendo mis fronteras de libertad personal en Canadá. Regresar a Guatemala «a la fuerza», como yo me lo planteaba en aquel entonces, fue entrar en un embudo. La contracción produjo una explosión interna muy poderosa. Un factor importante en este proceso fue el trópico. Los colores, olores, la tibieza del ambiente, fueron despertando una memoria aletargada que me llevaba de la mano a la infancia y, por ende, al encuentro con Guatemala.
LFH: -¿Por qué crees que Con pasión absoluta es una de las novelas que más vende actualmente en Guatemala, y que ya va por su tercera edición?
CZ: – Creo que es una novela escrita con honestidad.
LFH: – Sin duda, pero además está bien escrita y supongo que atrae también porque es una historia, sobre todo, de las mujeres de Guatemala, en medio de tanta literatura escrita por hombres y sobre hombres, sobre tantos «compañeros» que hicieron la historia reciente de Guatemala…
CZ: Claro. Las mujeres guatemaltecas pudieron verse reflejadas en mi novela de una manera que no lo habían logrado en la literatura escrita por hombres. Pero quizá más importante, mi novela arroja una mirada femenina sobre la Historia. Eso también fue fundamental para las mujeres, que parecían excluidas de la tragedia que hemos vivido.
LFH: -¿Te sientes parte del establishment literario del país o más bien como una outsider?
CZ: -El recibimiento del «establishment» fue, en general, frío. La respuesta fue ignorarme e ignorar la novela. No me desagradaba para nada ser una outsider. Siempre he disfrutado de la libertad que proporciona la marginalidad. Sin embargo, ese tiempo ha terminado. Creo que he pasado el examen que cuenta: la aprobación del público.
LFH: -Irene, la protagonista de tu novela, ya viviendo en Vancouver, logra finalmente desprenderse de trabas y vivir su sexualidad a pleno. Dice entonces: «Nacida en un país mojigato y castrador, me sentía francamente libre (…).La experiencia era excitante, por transgresora y porque sucedía en público, lo cual parecía convalidar mi protesta.» (p. 90). ¿Cómo ha evolucionado el ambiente en Guatemala en los últimos años? ¿Hay un clima más permisivo para la exteriorización de la sexualidad femenina o sigue siendo una sociedad fuertemente normada y patriarcal?
CZ: -La construcción de la sexualidad en Guatemala es aberrante. Prácticamente no permite un verdadero encuentro. Los roles y los ritos son rígidos y castradores por un lado, pero también amorales y sin ningún respeto por el otro. La construcción de la masculinidad no permite al hombre superar la adolescencia y la mujer generalmente asume patrones de conducta complacientes y desvalorizantes.
LFH: -Otro de los grandes temas en tu novela es la percepción de la patria y los sentimientos encontrados que implica. Irene se va voluntariamente de Guatemala buscando otros horizontes, y cuando regresa, la abruma lo provinciano, la intolerancia, el ambiente limitado y castrador de la familia. La crítica a Guatemala es dura: «Guatemala es un país jodido. Yo viví aquí siempre y por eso lo digo. Hay algo aquí duro, sórdido y siniestro: la columna vertebral que sostiene, organiza y hace funcionar a nuestra sociedad (…) Lo demás es paisaje». «Guatemala es asfixiante y cruda como la más exasperante de las pesadillas» (p. 261). ¿Cómo es tu relación personal con Guatemala? ¿De amor-odio o de amor incondicional?
CZ: -Alguna vez afirmé que los guatemaltecos somos todos exiliados de la patria posible y estamos condenados a vivir una patria que se empeña en ser IM-posible. La frustración que esto provoca es angustiosa, pero a la vez muy fértil. En cuanto al amor, Guatemala es mi infancia ¿cómo me saco ese amor?
LFH: -Tú has viajado mucho, ¿nunca pensaste en quedarte a vivir en el exterior?
CZ: -Incontables veces y no descarto que la vida me proponga un nuevo viaje que me lleve lejos. Soy muy curiosa y me encanta el desafío que significa el desarraigo.
LFH: -Cuando Turin, el hermano de Irene, muere, la protagonista intenta encontrarle un sentido a esta muerte. Dice: «Mi hermano murió de lo mismo que se moría la gente allá en el Ixcán. La gente que él quería. Comió de su comida, durmió bajo su techo y murió como ellos: de una disentería. Sin medicinas, sin cuidados, como ellos. Gesto impráctico, pero subraya su integridad frente a la obscenidad cotidiana de una sociedad como la nuestra. Puedo equivocarme. Quizás fue simplemente una muerte más, de las inútiles y absurdas.» (p. 360). La «obscenidad» a la que te refieres, la miseria profunda, la desigualdad, las muertes evitables ¿hay alguna manera de encontrarles sentido? ¿puede la literatura contribuir a este deseo?
CZ: -La manera de encontrar sentido a la «obscenidad» de nuestra sociedad es indagar en la historia y descubrir cómo ha moldeado las biografías que tanto nos importan. Cuando el individuo desarrolla una conciencia «histórica» deja de ser un sujeto pasivo de las circunstancias. Ese es un cambio fundamental. Yo creo que la literatura tiene un papel ineludible en la creación de significados. No existe comunicación inocente.
LFH: -Irene dice también: «Ojalá todos pudieran tener alguien que los amara en forma absoluta. Es lo único que nos redime de la culpa de estar vivos» (p. 368) ¿Carga Irene con una especie de sentimiento de culpa que le impide ser feliz? ¿Tiene que ver con su educación católica? ¿Qué se puede hacer para combatirlo?
CZ: -Esta afirmación de Irene no tiene que ver con la culpa religiosa, sino con el impulso humano a amar y ser amados. Cuando no logramos hacer esta conexión básica en que nuestro ser es plenamente «amable» a los ojos del otro, quedamos con la oscura sensación que tenemos que cambiar algo para complacer. Esta es la culpa de la cual nos redime el amor.
LFH: -El hecho de que Con pasión absoluta haya sido recibido en forma tan positiva tanto por los críticos como por los lectores, ¿significa una presión especial para tí a la hora de seguir escribiendo?
CZ: -No es una presión, sino un descubrimiento. A través de mis lectores y de los críticos que comentan mi obra me descubro a mí misma como escritora y encuentro una vocación.
LFH: -¿Te interesaría proyectarte al mercado latinoamericano más allá de Centroamérica? ¿Qué posibilidades existen de ello?
CZ: -Me siento agobiada por el encierro en Guatemala y anhelo abrir espacios para mi obra.
En todo caso, no es mi preocupación fundamental en estos momentos. Estoy dedicada a crear… embarazada con una novela que todavía se está gestando.
LFH: -¿Cómo ves a la literatura centroamericana en relación con la que se escribe en los demás países de habla hispana? ¿Cuánto se conoce, cuánto se lee?
CZ: -Creo que la literatura centroamericana es muy fresca. Somos países intensos, volcánicos y crudos. Tenemos un gran potencial para revitalizar una literatura latinoamericana que no está pasando por su mejor momento. El problema principal de los escritores en Centro América es la escasa distribución editorial. Si ese escollo pudiera salvarse, tendríamos un mercado interesante para crecer.
LFH: -¿Qué lecturas inspiran tu trabajo literario?
CZ: -Me gusta mucho la narrativa norteamericana. Soy admiradora de Henry Miller, por ejemplo. Me marcaron los escritores del Boom y las lecturas obligadas de mi época: Hesse, Sartre, Nietzsche. También la producción cinematográfica impacta mi trabajo. A veces ansío trabajar en una narrativa menos plana.
LFH: -Sabemos que estás trabajando actualmente con una nueva novela. ¿Puedes contarnos algo sobre ella?
CZ: -Es una novela sobre la ciudad como lugar de intercambio de mensajes, memorias, deseos. Un hombre cincuentón cuya vida está en crisis busca reinventarse en New York inscribiéndose en una academia de cine. Su experiencia se ve trastornada por el encuentro con una mujer misteriosa que desata una fantasmagórica búsqueda. La novela que intentaba alejarme de la temática femenina me ha arrojado de lleno al tema de la mujer: las políticas que marcan su cuerpo y la expresión de su deseo.