Es urgente trabajar por la gobernabilidad


Guatemala no es un Estado ingobernable aún, pero permanece fluctuando dentro del déficit  y la crisis de gobernabilidad.

Lic. Julio Rivera Claverí­a

Centro de Estudios Estratégicos para la Seguridad en Centroamérica (CEESC)

Para entender la gobernabilidad es necesario delimitar la interpretación del concepto y definirlo. El Diccionario de Polí­tica de Norberto Bobbio y Matteucci, 1998, define el término de gobernabilidad como la relación de gobierno; es decir, la relación de gobernantes y gobernados. Por lo tanto, la relación compleja entre dos entes es lo que permite hablar de gobernabilidad.


La gobernabilidad es una condición en el ejercicio del poder cuyas caracterí­sticas de existencia se encuentran en el Estado, en la Sociedad Civil o en la combinación de ambos, lo que significa que pone en juego situaciones que tienen que ver con el Gobierno y los gobernados, de igual forma, la gobernabilidad es el manejo adecuado de conflictos y tensiones para evitar transformaciones o rupturas violentas.

Sus componentes básicos son la estabilidad, eficacia y la legitimidad; considerados estos tres componentes, es más fácil proponer una definición más delimitada de gobernabilidad: «Estado o grado de equilibrio dinámico entre demandas sociales y capacidad de respuesta gubernamental».

Los niveles de la gobernabilidad son: gobernabilidad ideal, gobernabilidad normal, déficit de gobernabilidad, crisis de gobernabilidad e ingobernabilidad.

En el caso de Guatemala, los niveles que requieren de mayor análisis son el déficit de gobernabilidad y la crisis de gobernabilidad que traen como consecuencia los Estados catalogados como «débiles», y los problemas que normalmente surgen en estos niveles son el mantenimiento del orden y la ley, la capacidad del gobierno para promover el bienestar social, el control del orden polí­tico y la estabilidad institucional.

Estas cuatro áreas están muy vinculadas entre sí­ y nos permiten delinear un mapa de las condiciones de gobernabilidad de un paí­s. Y dependerá de las circunstancias especí­ficas el que un déficit de gobernabilidad en una o varias áreas se conviertan en el detonante de una crisis de gobernabilidad.

¿Qué sucede en Guatemala?

Después de plantear un pequeño acercamiento al concepto de gobernabilidad, la pregunta que los guatemaltecos debemos hacernos es ¿Qué está sucediendo en nuestro paí­s? Una primera respuesta es que el Estado se ha reducido paulatinamente y como consecuencia, se ha debilitado, por lo que su capacidad de respuesta ante las demandas de la población es limitada. Como segunda respuesta se puede decir que los sectores de Seguridad y Justicia han colapsado al ser incapaces de proveer seguridad y de aplicar la justicia pronta y cumplida de acuerdo con lo que establece la Ley.

También podrí­amos agregar otros elementos que han distorsionado la estabilidad institucional como la corrupción y la impunidad, que han minado las instituciones de gobierno, han hecho que estas pierdan su legitimidad ante la población, elementos que también se han incrustado en el ámbito privado. Además, es importante destacar la dimensión territorial en la que el Estado no hace presencia para imponer el orden, proveer seguridad y aplicar justicia; quedando estos territorios en manos del crimen organizado y de la población que toma la justicia por propia mano al no contar con la protección y el apoyo de las instituciones de gobierno.

Lo que debemos entender es que Guatemala no es un Estado ingobernable aún; y permanece fluctuando dentro del déficit de gobernabilidad y la crisis de gobernabilidad, pero ¿Qué debemos hacer para salir de este desequilibrio que no nos permite avanzar como nación? Es necesario tomar conciencia del papel que le corresponde jugar a las diferentes élites en el paí­s, para llegar a acuerdos polí­ticos mí­nimos que respalden las decisiones de Estado en función del paí­s; fortalecer el Estado y sus instituciones de seguridad y justicia al corto, mediano y largo plazo para poder retomar aquellos territorios que hoy se encuentran totalmente desprotegidos y en manos del crimen organizado; combatir la corrupción y la impunidad tanto en el ámbito público como en el privado ya que es una obligación del Estado proteger tanto los intereses nacionales como el patrimonio de las personas.

Como conclusión es importante destacar que la gobernabilidad le permite a un paí­s ser administrado adecuadamente y encontrar fórmulas internas que propicien resultados de crecimiento, modernización, desarrollo social, Estado nacional fuerte, justicia, seguridad, democracia y cultura.

«Necesario fortalecer el Estado y sus instituciones de seguridad y justicia al corto, mediano y largo plazo para poder retomar aquellos territorios que hoy se encuentran totalmente desprotegidos y en manos del crimen organizado; combatir la corrupción y la impunidad tanto en el ámbito público como en el privado»

Julio Rivera Claverí­a