Buscan al nuevo lí­der de Israel


Ehud Olmert, el aún primer ministro de Israel, y actual lí­der del Kadima, emite su voto para elegir a su sucesor en el liderazgo israelí­.

Los miembros del partido centrista israelí­ Kadima estaban acudiendo a las urnas hoy para elegir a su nuevo dirigente que deberí­a suceder al primer ministro Ehud Olmert, obligado a dimitir por su implicación en varios casos de corrupción.


La votación, a la que estaban llamados los 74 mil miembros de Kadima, comenzó en 114 oficinas electorales diseminadas por todo el paí­s. El resultado final se conocerá probablemente durante la noche.

Según los sondeos, la favorita en la carrera por la dirección del partido en el poder es la ministra de Relaciones Exteriores, Tzipi Livni, de 50 años, considerada como pragmática en temas como el proceso de paz y la cuestión nuclear iraní­.

Livni, que hace hincapié en su honradez, promete dar un aire nuevo a un partido sacudido por una serie de escándalos de corrupción que implicaron a su dirección.

La canciller cuenta con el apoyo del entorno del ex primer ministro Ariel Sharon, que fundó el partido en noviembre de 2005 y se encuentra en coma desde enero de 2006 a raí­z de un ataque cerebral.

Livni se enfrenta al ministro de Transportes, Shaul Mofaz, de 59 años, que se ha forjado una reputación de partidario de la fuerza, pero al que sus adversarios acusan de oportunismo habida cuenta las muchas veces que cambió de chaqueta en el pasado.

Ex jefe del estado mayor y ex ministro de Defensa, Mofaz centró su campaña para las primarias en su experiencia en materia de seguridad.

Aboga por la opción militar contra Irán, se opone a cualquier concesión a Siria y está a favor de las operaciones militares para matar a los jefes del movimiento palestino Hamas.

Ambos candidatos descartaron la firma de un acuerdo con la Autoridad Palestina antes de finales de 2008, algo que Olmert se esforzaba por lograr.

Livni dispone de una clara ventaja según los sondeos, pero en el pasado estas encuestas de opinión se han equivocado en lo relativo a primarias de partido.

Livni aparece actualmente como la personalidad más popular de Kadima, pero Mofaz dispone de un fuerte apoyo de la base y de los cargos electos locales.

Para ser elegido en la primera vuelta, el futuro jefe de Kadima deberá obtener más del 40% de los votos. De lo contrario, se organizará una segunda vuelta el 24 de septiembre.

Otros dos candidatos, con pocas posibilidades de éxito, concurren en estas primarias, las primeras desde la creación del partido. Se trata de Meir Shetreet, ministro de Interior, y Avi Dichter, ministro de Seguridad Interior.

El vencedor intentará formar un nuevo gobierno y si fracasa deberá enfrentarse en legislativas anticipadas al jefe de la oposición conservadora, el ex primer ministro Benjamin Netanyahu, jefe del partido Likud, que encabeza todos los sondeos de opinión.

Olmert ya prometió dimitir en cuanto sea elegido su sucesor en la dirección de Kadima. Sin embargo, permanecerá a la cabeza de un gobierno de transición hasta que se forme un nuevo gabinete.

MOFAZ


El ministro de Transportes israelí­, Shaul Mofaz, aspirante a dirigir el partido en el poder Kadima, y suceder así­ al primer ministro Ehud Olmert, se ha forjado una reputación de adepto de la mano dura y apuesta por la baza de la seguridad, aunque sus adversarios lo tachan de oportunista.

Este ex jefe del Estado Mayor y ministro de Defensa orientó su campaña para las primarias de su partido en torno a las cuestiones de seguridad con el lema: «Para nuestra seguridad: voten Mofaz».

Pero por encima de todo promete a los 74.000 miembros de Kadima mantenerlos en el poder, si resulta elegido, y evitar elecciones anticipadas, que podrí­an ser catastróficas para la formación.

En su carrera a la jefatura del gobierno, en sustitución de Olmert, tropieza con una rival de peso, la ministra de Relaciones Exteriores, Tzipi Livni.

Sus simpatizantes destacan su amplia experiencia militar de ex general y le atribuyen el mérito de haber aplastado la segunda intifada palestina.

Aseguran además que este hombre de acción parco en palabras es pragmático, paciente y consciente de los lí­mites de la fuerza. Nada tiene de pendenciero, dicen.

Sus rivales, por el contrario, lo culpan de la falta de preparación del ejército israelí­ durante la guerra en el Lí­bano, en el verano boreal de 2006, y lo acusan de estar más motivado por su interés personal que por la ideologí­a, como ilustran sus cambios de chaqueta cuando se creó el partido centrista Kadima, a finales de 2005.

Mofaz, que aún formaba parte del Likud (derecha), habí­a por aquel entonces asegurado que no se unirí­a a la escisión llegando incluso a escribir a los 3.000 miembros del Comité Central para decirles «uno no se va de casa». Poco después los dejaba plantados para unirse a la nueva formación.

Nacido en 1948 en Irán, Mofaz emigró con nueve años a Israel, donde, con 18, se enroló en la sección de paracaidistas, en cuyo seno luchó contra los ejércitos árabes durante la Guerra de los Seis Dí­as de 1967.

Ya en 1986 ingresó a las altas esferas de la comandancia del ejército al convertirse en comandante de la brigada de paracaidistas y luego jefe de las regiones militares centro y sur de Israel, cargos que le sirvieron de trampolí­n para convertirse en el decimosexto jefe del Estado Mayor en 1998 y ministro de Defensa (2002-2006).

A lo largo de toda su carrera este general se esforzó en no provocar olas. Según sus crí­ticos, su promoción responde menos a hazañas militares que al apoyo de una derecha obstinada en cortar el camino a los oficiales del Estado Mayor que se identificaban con las negociaciones de paz con los palestinos.

Denunció públicamente los acuerdos de Oslo (1993) sobre la autonomí­a palestina, que calificó de «peor error jamás cometido por Israel».

A raí­z de un atentado que se cobró 29 vidas en el norte de Israel en marzo de 2002 puso en marcha la operación «Muralla», la campaña militar de mayor envergadura en los territorios palestinos desde 1967.

Respecto a Irán, enemigo acérrimo de Israel, Mofaz propone operaciones militares contra las inslaciones nucleares en el caso de que fracasen las negociaciones en curso para poner fin al programa de enriquecimiento de uranio de la República Islámica.

LIVNI


La canciller israelí­ Tzipi Livni, que aspira a tomar las riendas del partido gobernante Kadima (centrista), es la favorita para reemplazar a Ehud Olmert y convertirse así­ en la segunda mujer al frente del gobierno de Israel, siguiendo los pasos de Golda Meir.

Queda por ver si esta mujer, considerada la más poderosa del paí­s, tiene el temple de la célebre «dama de hierro» israelí­ que dirigió el Estado judí­o desde 1969 hasta su dimisión en 1974 y fue, al igual que ella, ministra de Relaciones Exteriores.

Sus numerosos detractores en su propio partido estiman que le falta experiencia polí­tica y aptitudes en el ámbito de la seguridad.

Las crí­ticas no impiden a esta madre de dos niños, nacida el 8 de julio de 1958, figurar en cabeza del pelotón de las personalidades polí­ticas más populares del paí­s.

Es la favorita para suceder a Olmert al mando del partido centrista Kadima, aupada por su reputación de mujer í­ntegra que contrasta con la del primer ministro saliente, involucrado en casos de corrupción.

Al contrario de este último, Livni nunca ha tenido problemas con la justicia.

Las últimas encuestas sobre las intenciones de voto en las elecciones primarias de Kadima la dan favorita, por delante del ministro de Transportes Shaul Mofaz.

La canciller, que cuida su imagen de mujer í­ntegra en un paí­s donde se han multiplicado los asuntos de corrupción entre dirigentes polí­ticos, dice tener la intención de restaurar «la confianza» de los israelí­es.

En el pasado trabajó para el Mosad, el servicio secreto israelí­, y su carrera fue meteórica desde que entró en la Kneset (Parlamento) en 1999.

Pero esta abogada tenaz, siempre de punta en blanco y catapultada a la cúspide de su partido por el ex primer ministro Ariel Sharon, fundador de Kadima, suscita desconfianza en sus filas.

«Temo por el futuro del Estado de Israel si Livni llega al poder. Es incapaz de tomar decisiones. Es influenciable y no confí­a en sí­ misma», dijo de ella Olmert, quien de paso la tachó de «traidora» y «mentirosa».

Una animosidad que salió a la luz en 2007, cuando ella dijo estar a favor de una dimisión de Olmert tras la publicación de un informe sobre los errores de la guerra de 2006 en el Lí­bano.

Junto a su amiga la secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice, Tzipi Livni se declaró partidaria de mejorar las condiciones de vida de los palestinos en la Cisjordania ocupada y de la creación de un Estado palestino, al tiempo que defendí­a la lucha antiterrorista y el aislamiento de los islamistas del grupo radical palestino Hamas.

Livni dio sus primeros pasos polí­ticos en las filas de la derecha nacionalista. Con el paso del tiempo fue dejando de lado los ideales iniciales para escalar puestos hasta la cima de Kadima, donde fue una de las primeras en entrar nada más fundarse, a finales de 2005.