La Roma, humillada en casa por el Cluj (1-2), ayer en su estreno en Liga de Campeones, tocó fondo después de un inicio de temporada preocupante en el campeonato italiano.
Aunque el centrocampista Daniele de Rossi aseguró después del partido que era «difícil encontrar una explicación» a las dificultades de un equipo que «no llega a hacer las cosas que sabe hacer y que siempre ha hecho», varios factores explican esta derrota.
A fuerza de escuchar que tiene «el mejor fútbol de Italia», la Roma, que sueña por todo lo alto con la final programada el 27 de mayo en su estadio Olímpico, pecó de superioridad ante el Cluj, un equipo totalmente desconocido que debutaba en Champions.
Con cuatro titulares fuera de juego (el eje Juan-Mexí¨s en defensa, Perrotta y Pizarro en el centro del campo) y varios futbolistas en fase de recuperación de diversas lesiones, entre ellos el capitán Francesco Totti, la Roma no está a punto físicamente.
Es una constante en el equipo. La ausencia de varios titulares se ve penalizada por un banquillo que no está a la altura. Contra el Cluj se vio particularmente en la defensa central: si Christian Panucci, el goleador, mantuvo el tipo, su salida del terreno por lesión obligó al entrenador Luciano Spalletti a alinear un eje Cassetti-Loria tan indédito como superado.
Y los nuevos fichajes decepcionan. Nadie esperaba milagros de Simone Loria, ex del Siena, pero los experimentados John Arne Riise y Julio Baptista no están a la altura. El lateral zurdo noruego, después de siete años en el Liverpool, abandonó el terreno a los 50 minutos, mientras el delantero brasileño estuvo totalmente transparente.
«El problema es tanto físico como mental», asegura Spalletti. Su formación comienza generalmente bien sus partidos y abre el marcador antes de venirse abajo, privado repentinamente de piernas y de ideas, como su hubiera dado tdo el primer cuarto de hora.
En campeonato, aunque aguantó contra el Nápoles (1-1), se desplomó en Palermo (3-1) tres días antes de enfrentarse con el Cluj, contra el que se repetió el mismo escenario.
El próximo partido, el sábado contra la Reggina en el estadio Olímpico en la tercera jornada, se anuncia crucial. Primero para no descolgarse en el campeonato, después para encontrar tranquilidad, y por último para reconciliarse con sus tifosi que el martes pitaron a su equipo como no sucedía desde hace tiempo. Después de tres buenas temporadas, es la primera vez que su equipo cae tan bajo.