Hoy por hoy ovacionaría algunos de los proyectos impulsados por el Gobierno de Colom en los que uno podría pensar que ha pasado del concepto solidaridad a los hechos concretos. Uno de ellos es, por ejemplo, el impulsado por Sandra Torres llamado «programa mi familia progresa». Con éste se ayuda a muchas familias de escasos recursos y se les ofrece un respiro a una situación asfixiante e inhumana.
Otro de esos proyectos interesantes es el «Programa escuelas abiertas» en la que se permite a muchos niños y también adultos a ocuparse en algo constructivo y especialmente educativo los fines de semana. La iniciativa es tan seria que está dirigida por personas competentes y de nivel (como es el caso, por ejemplo, de Bienvenido Argueta) en la que su trayectoria intelectual y experiencia vital sin duda aportará muchísimo en esa labor humanizadora.
Por último, me parece positivo el que ílvaro Colom haya suscrito el acuerdo gubernativo por el que se garantiza la gratuidad de la educación preprimaria, primaria y de nivel medio en los establecimientos públicos. Esos cobros medio subrepticios avalados por la anterior administración del Ministerio de Educación, no sólo eran ilegales, sino absurdos en una población que se sabe apenas puede sobrevivir con los ingresos percibidos por su trabajo.
Pero no todo es color de rosa en el gobierno de Colom. El Presidente tiene pendientes algunas asignaturas vitales y que fueron parte de sus promesas en la campaña. Una de esas es el tema de la seguridad. El actual gobernante prometió erradicar la delincuencia, atacarla con inteligencia y, como mínimo, hacer sentir a la población un estado de más confianza. Pero nada de eso ha sucedido. Con este gobierno seguimos iguales y quizá peor que antes.
No se percibe un Estado fuerte ni siquiera para mantener a raya a los especuladores. En materia económica y con esto me refiero a la percepción del ciudadano de la calle, no ha habido mejoría alguna. Los comerciantes de gasolina ponen el precio que se les antoja al combustible, los vendedores de gas siguen haciendo su agosto y la corrupción sigue tan campante como en los peores tiempos. La mano dura o el carácter fuerte no se siente o no se nota. Más bien existe la impresión de una anarquía generalizada por ausencia de alguien que le dé dirección al barco.
Bien le valdría a Colom comenzar a tratar de dejar algo que lo distinga como gobernante y a proponer políticas significativas porque así como va ya podemos ver que hace las cosas típicas de nuestros alcaldes: pintar los parques y sembrar arbolitos. Todo muy cosmético, pero nada de cambios profundos. Esos cambios deben empezarse a dar porque el tiempo apremia y en menos de lo que cante un gallo estará dejando el poder sin apenas poder incidir en nada grande para Guatemala.
Dicen los malpensados (y quizá con fundamento) que esos proyectitos mencionados al inicio son populistas y tienen como propósito ser la plataforma para impulsar la candidatura de Sandra Torres. Es posible. Sin embargo, en mi opinión esas obras no le alcanzarán a la Primera Dama para llegar a «home», si quiere alcanzar la presidencia, debe sugerirle a su marido proyectos de cambio más profundos a un sistema hiperagotado. Pero sobre todo, debe aconsejarle que trate de mejorar la seguridad ciudadana porque tanta delincuencia nos tiene a todos de rodillas frente a Dios pidiéndole que tal vez í‰l nos proteja.