Al momento de escribir estas líneas, el índice Dow Jones para industrias, como se le ha conocido históricamente, había bajado 364 puntos desde la apertura de operaciones, lo que se suma a los más de 500 puntos perdidos en la jornada del pasado día lunes que fue considerado por los expertos como el peor desde la gran crisis de la depresión de 1929. Dow Jones es considerado como un indicador muy importante de la economía porque refleja el valor de las acciones de treinta empresas de propiedad pública bien seleccionadas para que sirvan de referencia respecto al mercado de valores.
En condiciones normales, la debacle en la bolsa sería motivo más que suficiente para dar por finiquitado el proceso de elecciones en Estados Unidos y el partido opositor estaría ya virtualmente celebrando su victoria porque se trata de un colapso producto de la acumulación de errores en la conducción de la economía del país y Washington con su política eliminando regulaciones y controles, además del irresponsable ritmo de gasto público, ha sido factor determinante. Pero siendo un negro el candidato de los demócratas, el panorama político sigue siendo incierto y los republicanos no están para nada descartados.
El problema económico de Estados Unidos tiene muchas causas y factores que lo determinan. Uno de los más significativos es el déficit fiscal que ha roto todo récord previo durante los años de Bush, no obstante que él encontró por vez primera una situación de superávit luego de los ocho años de Clinton. La guerra en Irak ha sido una sangría enorme, así como la política de reducir impuestos a las grandes corporaciones, especialmente a las petroleras, que han sido la piedra angular del apoyo económico para el Partido Republicano.
Además, el mercado inmobiliario cavó su tumba con la especulación, porque durante los últimos años la gente compraba inmuebles para revenderlos con las ganancias derivadas de un irreal incremento de los precios. Cuando la burbuja estalló y los precios empezaron a buscar su nivel real, los compradores se vieron endeudados y sin posibilidad de recuperar su inversión. Los bancos, que ofrecían hipotecas a manos llenas, se vieron con activos extraordinarios que no pueden vender y eso ha generado el problema financiero. Y ahora viene el de las tarjetas de crédito que está a punto de reventar y en ambos casos, las hipotecas y las tarjetas, la ausencia de regulaciones ha llevado a crear niveles de deuda que resultan impagables y que harán colapsar toda la economía.
Y ante la perspectiva de cuatro años más de lo mismo, hay que poner la barba en remojo aquí porque pagaremos las consecuencias de la irresponsabilidad en Washington y en los centros de votación en Estados Unidos.