La tormenta financiera oscurece aún más el final de mandato del presidente estadounidense George W. Bush, quien hace tiempo había utilizado como uno de sus principales argumentos contra sus detractores, la buena salud económica norteamericana.
A cuatro meses de llegar a su final, la presidencia de Bush se ve obligada a responder a esta pregunta: ¿es su culpa?
La pregunta se impone con tanta insistencia que la respuesta es uno de los grandes temas para las elecciones presidenciales. Para el candidato demócrata, Barack Obama, su rival republicano John McCain representa cuatro años más, tras los ocho de Bush. Pero McCain promete el cambio.
McCain y Obama pueden pensar en qué encontrarán el 20 de enero: más de 100 mil soldados estadounidenses todavía desplegados en Irak, Afganistán que se hunde en una guerra comenzada hace más de siete años, Irán que sigue desafiando a Estados Unidos con su programa nuclear, una alianza quebrantada con Pakistán.
Pero, en la última línea recta comprometida este verano boreal, el gobierno de Bush también vio a las relaciones con Rusia pasar por la crisis más grave desde la guerra fría; nuevas dudas aparecieron sobre la desnuclearización de Corea del Norte; la esperanza de un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos disminuyó; y Bolivia expulsó al embajador estadounidense.
Cuando llegó la hora, hace ya meses, de redactar los primeros balances de la presidencia Bush, el estado en el cual Bush trasmitiría la economía estadounidense a su sucesor suscitaba serios cuestionamientos, pero no tanto como en la actualidad.
Hace un año, Bush se sentía optimista: «Los datos fundamentales de nuestra economía son fuertes», dijo, reconociendo que la crisis inmobiliaria sembraba confusión.
Estados Unidos se preocupa por el riesgo de recesión. El desempleo alcanzó su nivel más alto en cinco años en agosto.
Frente a las turbulencias financieras, la candidata republicana a la vicepresidencia, Sarah Palin, acusó a «Washington» de haberse «dormido en los laureles» y juzgó obsoleta la reglamentación de los mercados.
«Juego con las cartas que heredé», se defendió el secretario del Tesoro, Henry Paulson.
«Tenemos una estructura de regulación financiera arcaica, que se puso en práctica hace mucho tiempo, luego de la Gran depresión» de 1929, dijo.
Obama dijo que no imputaba a McCain el error de las turbulencias financieras. Pero «incrimino la filosofía económica a la cual suscribe, es la misma filosofía que tuvimos durante los ocho años pasados».
Las autoridades bancarias estadounidenses buscan un comprador para el banco Washington Mutual y contactaron con este objetivo varias instituciones financieras, hasta ahora sin éxito, afirma hoy el diario New York Post.
«Estos últimos días, las autoridades de regulación bancaria federales tomaron contacto con Wells Fargo, JPMorgan Chase, HSBC y varias otras instituciones financieras para considerar su eventual interés en adquirir WaMu, pero hasta el momento no hay ninguna conversación sobre una fusión», indicó el New York Post, citando fuentes cercanas al expediente.
Tras haber ayudado a la compra de Bear Stearns por JPMorgan en marzo, la Reserva Federal dejó caer hasta llevarlo a acogerse a la ley de quiebras al banco Lehman Brothers el lunes, pero el martes ofreció un crédito de 85 mil millones de dólares para asegurar AIG por temor a un contagio de sus dificultades a todo el sector financiero.
Según el New York Post, las autoridades estadounidenses emprendieron tratativas sobre Washington Mutual por temor a que los clientes del banco de Seattle comenzaran a huir y retiraran su dinero.