Cacos y caca en el centro histórico


Héctor Vargas, hhvargas@hotmail.com

El centro histórico, a pesar de los supuestos arreglos que le ha venido realizando tu Muñí­, a cargo del mosco de pina, pierde credibilidad debido a la abundancia de cacos y caca que existen en su alrededor. Figúrese usted, es común que quien camina por el mero centro histórico, se vaya a topar con un poco de caca en alguna esquina, en las banquetas de edificios públicos, comercios, o con un chorro de orines en las paredes. Todos los dí­as por las mañanas, es normal ver a empleados o empleadas de oficinas, almacenes y restaurantes, lavando las banquetas y tirando detergentes sobre los excrementos, ya que eso ayuda a que lo apestoso de aquello que les cuento, no sea tan fuerte, y aunque sea con la cara arrugada tener la oportunidad de terminar su jornada laboral. Al dí­a siguiente, la misma rutina, pues esos lugares prácticamente se han convertido en baños públicos de cacos, mareros, pegamenteros, bolos y mendigos. Toda esa suciedad que a diario se ve en los alrededores del centro histórico, causa mala imagen a los turistas que también han sido ví­ctimas de ladrones que los han despojado de sus equipos fotográficos. Recientemente, la Procuradurí­a de los Derechos Humanos, a través de verificación, logró ubicar por lo menos unos 60 puntos de posición de desechos humanos en la ví­a pública, los cuales están distribuidos en el centro histórico, que lo único que tiene de histórico es lo que les estoy comentando. Uno de los sectores donde abundan cacos y caca, es la 6a avenida «A» y 15 calle, a pocos metros del Ministerio de Gobernación, que es un área en la cual, se han multiplicado los indigentes, que habitan en las esquinas y portones. Otro lugar que apesta bastante, pero no a caca, sino a corrupción, es por el edificio que le llaman 7-10, y a la vueltecita de la 10a calle, sobre la 8a avenida. Imagí­nese usted, que hay un montón de lugares afectados, no sólo por la porquerí­a, sino también por los largos que constantemente viven asaltando a peatones. Los ladrones pasan corriendo frente a los policí­as y soldados, que dicho sea de paso, se mantienen de brazos cruzados y haciéndose los locos en el peladero del parque central. Hasta el momento, ni la Muñí­, ni chontes, ni cuques, ni el Instituto Guatemalteco de Turismo, ni el Ministerio de Cultura, ni el Ministerio de Educación, ni el Ministerio de Salud, ni el Ministerio de Ambiente, ni nadie ha hecho ni pura rebanada por el ornato de la zona central. Ojalá que en estos tiempos que dicen de solidaridad, las autoridades escuchen y respondan al clamor de la población del centro histórico y den solución a la asquerosidad y erradiquen la delincuencia con inteligencia, como popularmente lo ha dicho el gavilán.