Ayer el titular de las relaciones públicas del Banco de Guatemala, don Enrique Amurrio, se comunicó con La Hora para precisar que la Presidenta de esa entidad, licenciada María Antonieta de Bonilla, no dijo que las acciones tomadas en el caso del Banco del Café fueran resultado de la «pérdida» de las inversiones en REFCO. El reportero que cubrió la comparecencia de la funcionaria en el Congreso de la República puso en su nota lo que todo mundo ha dicho, pero la Presidenta del Banco Central no dijo, según don Enrique Amurrio, que ese dinero estuviera perdido porque en Estados Unidos hay un proceso por la quiebra de REFCO y, según él, al menos parte del dinero se va a recuperar.
Realmente en estos días en que existe mucha volatilidad en el mercado financiero del país, la corrección en el uso del lenguaje es importante, aunque varios funcionarios han dicho que la «pérdida» de las inversiones en REFCO fue el detonante que provocó el descalabro. Lo que ocurre es que cuando una inversión se coloca en una empresa que quiebra, cierto es que existe un proceso para el concurso de los acreedores, pero la quiebra es sinónimo de pérdida de capital.
Le comentamos a don Enrique Amurrio cómo es que en todos los niveles hay poca preocupación por el uso del lenguaje y le recordamos que en La Hora se ha entrecomillado ya dos veces la expresión que usó la Secretaria de Comunicación Social de la Presidencia cuando el día de la intervención nos dijo que «el presidente autorizó la medida a pesar de las implicaciones políticas que pueda tener». Ello no obstante que el Presidente de la República, formalmente, no tiene vela en el entierro porque la teóricamente autónoma Junta Monetaria es la que decide. Por supuesto que si el Ejecutivo tiene el control absoluto de la Junta Monetaria, es comprensible que le hayan preguntado al Presidente si estaba de acuerdo con la intervención del banco de uno de sus más fieles puntales políticos y acaso por ello se produjera ese desliz idiomático.
Oficialmente el dinero de Bancafé International invertido en REFCO no está perdido porque hay un proceso legal que podría significar la recuperación de alguna parte de esa inversión. En ese sentido, lo correcto en la nota de ayer hubiera sido decir que la inversión en REFCO provocó la crisis y no la pérdida de los millones invertidos en esa operación. La puntualización que nos pidió el portavoz del Banco de Guatemala es, en tal sentido, totalmente válida desde el punto de vista del preciso uso de los términos.
Si el dinero está en el limbo o está perdido termina teniendo tan poca relevancia para los cuentahabientes como el hecho de que la Junta Monetaria haya sido «autorizada» por el Presidente de la República para actuar. Y hay que ver, además, que en la guerra sucia desatada por algunos bancos para fregar a la competencia, la corrección idiomática tiene poca importancia.