La Guatemala deseada


En las fiestas patrias es muy común que volvamos la vista a lo ocurrido en 1821 y que alrededor de esos acontecimientos se celebre y conmemore con espí­ritu patriótico o que se ponga en el tapete el origen de la Patria y lo que significó la llamada emancipación. Pero sobre eso hemos y han escrito abundantemente y en las condiciones actuales creemos que más que volver los ojos al pasado, debemos concentrarnos en la construcción de la Guatemala deseada o, como dijo el poeta Julio Fausto Aguilera, en «la Patria que yo ansí­o».


Y es que pocas veces en su historia Guatemala ha vivido momentos tan crucialmente crí­ticos como los que ahora nos toca vivir a causa del fracaso del fortalecimiento institucional y de las enormes debilidades del Estado que tienen su raí­z en fenómenos concatenados como la corrupción y la impunidad. Es más que obvia la fragilidad de un Estado que no puede cumplir sus fines constitucionales y que ni proporciona seguridad a sus habitantes ni mucho menos puede atender otras atribuciones que por naturaleza le son propias.

Y por ello es que hoy, en ví­speras del 15 de Septiembre de 2008, creemos crucial que el patriotismo adquiera una dimensión que puede considerarse heroica para que nos marque el rumbo en la tarea de construcción de esa Guatemala deseada que tiene que ser incluyente para que todos sus hijos tengan oportunidades, pero también tiene que ser eficiente para que la sociedad pueda alcanzar sus objetivos primarios de convivencia pací­fica y de oportunidad de desarrollo para el ser humano.

Podemos desfilar cientos de cuadras, portar decenas de antorchas, llorar al entonar nuestro himno nacional, venerar respetuosamente a nuestra bandera, pero si no hacemos nada por construir la Patria, no podemos realmente sentir asomo alguno de patriotismo. Las muestras externas de devoción a la Patria son importantes y exaltan la nacionalidad cuando van acompañadas del compromiso de servirla en todos los campos y con toda la intensidad, pero se quedan como manifestaciones vací­as si son apenas flor de un dí­a, si se quedan en gesto patriotero porque ya el martes, pasada la fiesta, guardaremos la bandera y olvidaremos el fervor para seguir con ese cotidiano entretener la nigua que se ha vuelto tan propio de los chapines.

Guatemala, el Estado de Guatemala, es uno de los más frágiles del mundo y tenemos que reconstruirlo y vigorizarlo para que sea no sólo capaz de cumplir sus fines esenciales, sino también pueda generar motivos de orgullo para sus ciudadanos. Y nos compete a todos asumir la tarea que es tan grande y delicada que serí­a irresponsable dejarla en manos de los polí­ticos criollos.

Por ello hoy, celebrar el dí­a de la Patria es asumir un compromiso.