El presidente de Bolivia, Evo Morales, descartó hoy la posibilidad de convocar a las Fuerzas Armadas para pacificar el país y llamó a los prefectos (gobernadores) opositores a una mesa de diálogo para descomprimir la aguda crisis política.
El mandatario izquierdista dijo que su gobierno «seguirá apostando por el diálogo, por la dignidad y la unidad del país pese a la provocación» que según su gobierno impulsan prefectos y líderes civiles de cinco de los nueve departamentos, donde se registran duras protestas.
Morales reveló que algunas organizaciones sociales «le piden mano dura» pero insistió en que es el «primero en ordenar a las Fuerzas Armadas y a la Policía que está prohibido usar armas de fuego contra el pueblo», al referirse al corte de rutas y tomas violentas de oficinas públicas en regiones rebeldes.
El mandatario izquierdista acusó a «algunos grupos» de aprovecharse de esta posición, «de defender la vida, para ofender y humillar a las Fuerzas Armadas» pero insistió en que «frente a la provocación de esos grupos estoy fuerte trabajando por Bolivia».
En su criterio, la oposición está movilizada en su contra porque defienden el neoliberalismo, que les permitiría mantener sus privilegios, y que la lucha no es por el impuesto petrolero ni la autonomía, «sino por conspirar y buscar la división de Bolivia».
Morales llamó una vez más al diálogo y ratificó la invitación que horas antes había hecho el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, para que la cita se realize este viernes a las 16H00 locales (20:00 GMT) en el palacio presidencial de La Paz.
Morales afronta violentas protestas en cinco regiones que rechazan la intención de su gobierno de aprobar en un referendo una nueva Constitución y por la recuperación de fondos públicos.