Lourdes con tercera visita papal


El santuario marial de Lourdes, en el sur de Francia, acogerá entre el sábado y el lunes a Benedicto XVI, en la tercera visita papal de su historia, después de los peregrinajes de Juan Pablo II en 1983 y 2004.


Es en la gruta de Massabielle que, según la tradición católica, la joven Bernadette Soubirous presenció 18 apariciones de la Virgen Marí­a en 1858.

Rápidamente, la gruta se convirtió en un lugar de devoción, que se fue ampliando con la edificación de santuarios. Las visitas papales en cambio no empezaron hasta finales del siglo XX, con Juan Pablo II.

No obstante, seis cardenales convertidos posteriormente en Pontí­fices peregrinaron a partir de los años 1890 a Lourdes antes de ascender al trono de San Pedro.

Fue el caso de Benedicto XV (1914-1922) y Pí­o XI (1922-1939), quien beatificó a Soubirous el 14 de junio de 1925 y la canonizó el 8 de diciembre de 1933.

El futuro Pí­o XII (1939-1958) viajó a Lourdes en 1935. En cuanto al cardenal Roncalli, poco antes de convertirse en Juan XXIII (1958-1963), llegó para consagrar la basí­lica de San Pí­o X, construida con motivo del centenario de las apariciones.

Pablo VI (1963-1978) visitó el santuario en tanto que cardenal en dos ocasiones, en 1958 y 1962, y en 1975 fue el turno de Juan Pablo I (agosto-septiembre de 1978).

El cardenal Karol Wojtila pisó Lourdes por primera vez en 1947 en tanto que joven clérigo. En su visita de 1964, era arzobispo de Cracovia y en la de 1975, cardenal de la ciudad polaca.

Elegido bajo el nombre de Juan Pablo II, ilustró su piedad mariana en 1983 y 2004, en ambas ocasiones para participar en las celebraciones de la Asunción del 15 de agosto.

En 1983, dos años después de haber resultado herido en un atentado, declaró que la Virger Marí­a le habí­a salvado la ví­a desviando las balas dirigidas contra él.

Según los Santuarios de Lourdes, en ambas visitas estuvo acompañado por 300.000 peregrinos durante las jornadas de plegarias a la «Inmaculada Concepción».

El segundo viaje de Juan Pablo II, ya anciano y doliente, fue la de «un enfermo entre los enfermos».

Debilitado por la enfermedad de Parkinson, fue agasajado con el fervor de los fieles católicos, unos meses antes de apagarse el 2 de abril de 2005 en el Vaticano, a los 84 años.

La visita de Benedicto XVI, que comparte con su predecesor una gran piedad por Marí­a, coronará la celebración del 150º aniversario de las apariciones de Loudres.