La identificación de las miles de víctimas de los ciclones que han azotado a Haití esta temporada es una tarea macabra pero crítica dada la rápida descomposición de los cuerpos que flotan en las calles inundadas o expuestas a las altas temperaturas del Caribe.
A esa tarea se dedica desde hace unos días un médico forense francés, Stéphane Malbranque, quien a la falta de morgues vio sumarse otros obstáculos como las creencias religiosas de los pobladores que muchas veces se niegan a colaborar con él.
Para los hambrientos y desesperados haitianos, muchos de ellos sin techo a causa de los huracanes que se han abatido con furia este año sobre el país más pobre de América, lo importante es sobrevivir: la identificación de los cuerpos puede esperar. Y muchas veces se busca enterrarlos lo más pronto posible para evitar «enfermedades».
El gran problema en Haití es el miedo a los cadáveres en descomposición, de los que nadie quiere ocuparse por temor a las epidemias, explicó Malbranque, experto llegado desde la isla francesa Martinica a petición de la Organización Mundial de la Salud (OMS).