Nunca he sido un fatalista del fútbol y por ello lo primero que se me vino a la mente cuando Cuba anotó su único gol del encuentro, fue que si Guatemala quería seguir con chances reales de llegar a la hexagonal final los seleccionados tenían que demostrar de qué estaban hechos y así fue.
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Nuestro ataque
Guatemala empezó generando opciones de gol pero no supieron capitalizar. No entiendo ni comparto los comentarios de aquellos que dicen que «el Primitivo» no es ofensivo. Guatemala cuando tiene el balón y ataca lo hace con Márquez y «el Pando» en tres cuartos de cancha, en las bandas con Fredy, «el Loco» y Pappa rotándose, dejando en punta al «Pescado». Son seis jugadores de nivel buscando el arco. Sí generan opciones de gol, pero hasta ayer estaban teniendo problema para definir.Pero, ojo, problema en la definición no es lo mismo que no ser ofensivos; son dos conceptos totalmente distintos y no confundamos a la afición. Sigo pensando que Guatemala necesita un proceso de largo plazo con visión para 12 o 16 años, pero que para las circunstancias actuales, Maradiaga es el mejor técnico posible y haberlo dejado ir fue un sinsentido que, gracias a Dios, se pudo corregir.
Nuestra defensa
En las pláticas pre y post partido de los primeros dos cortejos de la primera vuelta, nos cansamos de criticar la falta de gol. Y está bien; en esos encuentros no definimos como se debería, pero algo en lo que no hacemos hincapié es la defensa. Hoy por hoy, defendemos peor de lo que atacamos. El gol contra Estados Unidos fue un error de marca, Trinidad y Tobago tocó a placer antes de que a alguien se le ocurriera patear al marco y en el gol de Cuba ayer no se cerró como se debía.
Ha sido un gol por partido, tampoco hay que rasgarse las vestiduras, pero si el equipo no define la carga es doble para la línea de atrás.
Ayer fue diferente. Se cometió un error en defensa, pero al final no fue tan costoso porque supieron definir, pero para la segunda vuelta no podemos jugar al borde. Se debe de mejorar en todos los aspectos, defensa y ataque. Debemos defender de una forma más compacta y precisa, cerrando espacios que nos pueden costar caro.
El ataque dio luces de gran mejoría y ojalá así siga para los últimos tres y decisivos partidos de esta fase.
Sigue siendo el mejor
A pesar de que hasta los últimos días la gente platicaba un poco más del estado físico y de que no está viviendo su mejor etapa en la MLS, «el Pescado» ayer demostró que sigue siendo el mejor y que sigue teniendo ese instinto letal que nos puede llevar al Mundial de Sudáfrica.
Es el líder, corrige a los carrileros cuando deben de tirar el centro al primer palo y lo tiran al segundo y viceversa, levanta al equipo en los malos momentos (ayer regresó a medio campo por la pelota, con gestos y gritos de apoyo revivió al equipo después del gol cubano) y es nuestra referencia ante el mundo futbolístico.
Sin embargo, las lesiones, su carácter y suspensiones juegan en este deporte y puede que un día no contemos con él. Es importante que tengamos un recambio efectivo, el profesor Maradiaga sabe su oficio.
Volvemos a depender de nosotros
Con la victoria de ayer y la derrota trinitense dependemos de nosotros mismos. La hexagonal pasa el Mateo Flores y por La Habana. Con esos seis puntos nos podemos olvidar del último partido en suelo estadounidense.
La mesa está servida para que Guatemala le gane a Trinidad aquí y selle en Cuba. A los caribeños no hay que golearlos, solo ganarles de cualquier manera para conseguir tres puntos.
El Mateo Flores tiene que ser un fortín, se tiene que caer y volcar en apoyo total.
Si Guatemala gana a Trinidad y Tobago deben de terminar la faena ante los cubanos, quienes apelando a su historia de país van a dejar la vida en ese partido y Guatemala debe de ser aguerrida pero inteligente. Salir con la victoria es vital para las aspiraciones mundialistas. Ya tendremos tiempo para hablar de dichos partidos.
No hay que pensar que después de ayer no tenemos nada que mejorar, pero después del partido de anoche, sí estamos mejor de lo que estábamos el domingo.