Pakistán investigaba el jueves la posible participación de la red terrorista Al-Qaeda en el ataque suicida que la víspera causó la muerte a 42 soldados en un campo militar situado en el noroeste del país.
Un kamikaze entró ayer en el centro y se inmoló en medio de un grupo de 200 reclutas que estaban realizando ejercicios de entrenamiento en un centro militar situado en Durbai, según responsables militares.
Una fuente cercana a la investigación precisó que el kamikaze iba acompañado de otra persona que logró escapar. Los investigadores paquistaníes están utilizando perros policía para seguir el rastro del fugitivo.
Este fue uno de los ataques contra el ejército paquistaní más mortíferos desde que Islamabad se alineara en 2001 con Estados Unidos en la «guerra contra el terrorismo».
El centro está situado a 70 km al norte de Peshawar, la gran ciudad del noroeste de Pakistán, cerca de la zona tribal paquistaní donde un ataque militar contra una escuela coránica de Bajaur dejó unos 80 muertos el pasado 30 de octubre.
Fuentes del gobierno y de los servicios de seguridad dijeron que probablemente el ataque fue cometido en represalia por el bombardeo de la madraza de Bajaur, que supuestamente era un campo militar utilizado por Al-Qaeda.
Estados Unidos y Gran Bretaña condenaron el ataque de ayer.
«Condenamos el ataque suicida contra el campo de entrenamiento del ejército en Pakistán. Presentamos nuestras condolencias a las familias y amigos de aquellos que murieron o fueron heridos en este ataque atroz», subrayó el portavoz del Consejo Nacional para la Seguridad norteamericano, Gordon Johndroe.
Responsables de la seguridad paquistaní explicaron el jueves que estaban investigando la vinculación de Al-Qaeda con el ataque.
El portavoz del ejército, el general Shaukat Sultan, declaró ayer que hay razones para creer que el «ataque contra el centro militar está vinculado a la operación llevada a cabo contra los terroristas» en Bajaur.
Las autoridades paquistaníes aseguraron que el ejército bombardeó la madraza el 30 de octubre porque era utilizada por los islamistas como centro de entrenamiento vinculado a Al-Qaeda.
Responsables locales afirmaron en cambio que el ejército encubrió un ataque de Estados Unidos en el que murieron 80 «estudiantes y docentes».
Varios líderes islamistas locales habían prometido vengar la muerte de estos «inocentes» y aseguraron que decenas de militantes se habían preparado para perpetrar ataques suicidas.