El ejemplo del ambientalista


El atentado en contra del ambientalista Yuri Melini, director de Calas, no deberí­a pasar desapercibido porque tras el ataque hay un mensaje que debemos interpretar para enviar una respuesta a los que han sido el cerebro de tal fechorí­a. Parece ser claro, en primer lugar, que no es un hecho aislado ni un accidente, sino el cálculo planificado y meticulosamente ejecutado por quienes temen perder poder y capacidad para seguir depredando el paí­s.

Eduardo Blandón

No es difí­cil imaginar que Melini se convirtió en el enemigo a vencer por su posición de liderazgo en un tema delicado para los intereses de sectores poderosos que no sienten escrúpulo en defender sus ganancias a cualquier precio. Esto significa que en Guatemala se necesita vocación de mártir para defender con principios y de manera civilizada los valores que van más allá del lucro y del egoí­smo extremo al que las grandes transnacionales hacen profesión de fe.

Los adversarios de Melini no han podido soportar el diálogo, la discusión y la persuasión y han optado como su naturaleza animal les ha indicado: con violencia criminal. Como no han sabido responder con inteligencia a los argumentos expresados, como han sido incapaces de reconocerse perdedores y como se les ha puesto en evidencia, han renunciado al juego civilizatorio y mostrado los colmillos. El director de CALAS sabí­a con quienes se estaba enfrentando, pero, fiel a la verticalidad de sus principios, no dio marcha atrás.

En este sentido, Melini engrosa las filas de quienes renunciando a la comodidad de una profesión lucrativa, han luchado y se esfuerzan por una Guatemala diferente. No a través de la palabra, del trabajo aislado o como francotirador, sino por medio de un compromiso público. El trabajo del Director de CALAS demuestra que se puede incidir en la polí­tica nacional si se quiere y se muestra tenacidad para conseguir los propósitos establecidos.

Recientemente, al ser consultado sobre cuál habí­a sido la batalla más difí­cil conseguida, respondió:

«El tema de la lucha contra el poder paralelo me ha puesto mucho a pensar, no por las amenazas de muerte, las asumo como parte de mi trabajo. Si yo tuviera que hablar de la batalla legal más difí­cil, talvez la más frustrante, fue haber logrado la concertación polí­tica en el Congreso para aprobar la Ley de Aguas y que fueran los pueblos en el altiplano los que se opusieran cuando ellos iban a ser los más beneficiados. Me causó mucha tristeza. Alguien le llenó la cabeza a la gente en Totonicapán y nos hizo desastre un asunto que me habí­a llevado un año».

El ataque contra Melini no ha sido contra Yuri Melini, sino contra la vida civilizada y democrática, contra los ciudadanos guatemaltecos. El atentado significa una advertencia contra quienes intenten oponerse a los proyectos que amenacen el ambiente. Recibido el mensaje habrí­a que responder, en honor a Melini y su trabajo, que la lucha debe continuar y que los principios y valores no se negocian. Las balas pueden matar el cuerpo, pero no apagar la voz ni los ánimos de lucha por un mundo mejor.