Los ambientalistas, ecologistas, defensores de la naturaleza o los «ecohistéricos», como suelen calificar despectivamente los exquisitos de la derecha neoliberal a las personas que se preocupan por la defensa del medio ambiente no tienen más armas que su unidad, su palabra, su desprendimiento, su amor al planeta y a la biodiversidad.
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No se trata de hombres y mujeres que se desplanten con armas en la cintura, puesto que por su propia predisposición y esencia siempre optan por la negociación y el diálogo, rehuyendo la violencia como método para luchar por sus ideales, sin que por ello se les pueda calificar de cobardes. Todo lo contrario, estos seres humanos que no defienden intereses personales son más valientes que los energúmenos que necesitan estar armados para esconder su cobardía.
Escribo estos conceptos con una buena dosis de indignación, derivada del atentado de que fue víctima el viernes anterior el ambientalista Yuri Giovanni Melini, un médico que abandonó la comodidad de su clínica en la que pudo haberse enriquecido en pocos años, para convertirse en fundador y director del Centro de Acción Legal Ambiental y Social (CALAS), desde cuya posición ha abanderado muchas cruzadas en defensa del medio ambiente, incluso la promulgación de leyes para resguardar áreas protegidas en Petén y ha luchado contra la nefasta Ley de Minería, así como a favor de la preservación de los bosques, la falta de agua en comunidades abandonadas y el abuso de empresas que contaminan el ambiente.
Antes de instituir CALAS y después de haber concluido sus estudios para obtener la maestría en planificación estratégica, Melini prestó sus servicios en The Nature Conservancy, la Fundación Mario Dary y el Instituto de Derecho Ambiental y Desarrollo Sostenible.
Gracias Dios los sicarios que atacaron a mansalva a Yuri no lograron plenamente sus macabros objetivos, por lo que el doctor Melini logró salvar la vida, aunque con graves heridas en el abdomen, las piernas y la espalda. Sin embargo e infortunadamente, no es el primer ambientalista que sufre un ataque armado, porque alrededor de 50 hombres y mujeres que se dedican a la defensa de los recursos naturales han sido víctimas de hechos de violencia, algunos de los cuales han perdido la vida y otros han quedado heridos y lesionados.
Cuando escribo estos apuntes, los órganos de seguridad del Estado desconocen el origen del atentado contra Yuri Melini, pero guardo la lejana esperanza que se logre capturar a los autores materiales e intelectuales de tan vil ataque.
(Romualdo Hekolójico recomienda a los ambientalistas esta cita del novelista y dramaturgo francés Georges Bernanos: «Quien no ha visto en la carretera el alba, entre dos hileras de árboles, fresca y viva, no sabe qué es la esperanza»).