Insistimos…


Muchos decimos no. ¿Los argumentos? Aquí­ van algunos: Es necesario reforzar la seguridad, de eso no hay duda, el problema está en la tergiversación que ciertos sectores hacen de esos conceptos.

Lourdes ílvarez
usacconsultapopular@gmail.com

La seguridad en tiempos de paz, y lo recalco: «en tiempos de paz», debe estar enmarcada en el fortalecimiento de las fuerzas civiles públicas, no hay pierde, eso es fundamental para despegar y lograr avanzar en esa materia.

En muchos casos se argumenta que la población «a gritos pide la presencia de militares» o que cada dí­a «necesita más de la seguridad privada», no obstante, el sentimiento que origina ese reclamo, es la desesperación y angustia que provoca la situación vulnerable. Es un primer reflejo natural, incluso de conservación. Pero que a la larga, en nada resuelve el problema.

Si bien, todos estamos inmersos en un clima de violencia e inseguridad, lo que se necesita es invertir en prevenir y atacar sus causas originales, no en un combate que sólo la eternice.

Las propuestas sobre cómo sí­ se podrí­a abordar el tema de seguridad han emanado desde siempre, que no les pasen balón es otro asunto, de haberlo hecho, a estas alturas ya verí­amos resultados positivos que reflejaran, por ejemplo, una fuerza policial profesional, con incentivos salariales que llenaran las necesidades de los elementos y sobre todo para evitar que se conviertan en un blanco fácil para esos negocios que ofrecen fácilmente «salir de pobre».

Además, se contarí­a con una lista que involucra a todas las dependencias de persecución, investigación y enjuiciamiento de los asuntos relacionados a la violación de las leyes, funcionando como un todo complementario.

Tenemos muchos casos de paí­ses donde la combinación de trabajo entre civiles y militares es tan armoniosa que cada uno obedece a un plan operativo determinado, donde las funciones de uno, no tienen nada que ver con las de otro. También los casos de civiles como ministros o ministras de Defensa.

Pero para materializar los proyectos se necesita de voluntad polí­tica que permita generar y fortalecer los procesos para garantizarle a la población su derecho constitucional de seguridad y bienestar.

Ya estuvo bueno de apelar a la reacción. Las condiciones permiten sentar precedentes definitivos. Quienes nos oponemos, no lo hacemos por «mamar de la cooperación internacional» o por ser «oenegeros», basta tener un poco de sentido común para captar que si no se invierte o se alza la voz para exigir que se invierta en polí­ticas de fortalecimiento del poder civil, jamás vamos a movernos del mismo punto.