Los médicos descalzos


Cinco de la mañana. En un plano de la cima de la montaña se encuentran los primeros ancianos. Aquellos que salieron de su casa, linterna en mano, recorriendo al menos una hora de camino y aquellos que viven cerca del cerro indicado para ese dí­a. En el transcurso de una hora, junto con la salida del Sol, van llegando más ancianos y ancianas, sin dejar de faltar familias completas. Saqarik es el saludo comunitario. En el centro del espacio en el que se reúnen, van depositando las ofrendas que cada participante lleva: velas de cera de diversos colores, candelas de cebo, pom, incienso, tabaco, flores, cacao, cusha, azúcar. El dí­a corresponde a Tijax, No»j o algún otro nahual. Con la preparación del cí­rculo y el inicio del fuego se da lugar a una manifestación concreta de la espiritualidad maya k»ich»e.

Pablo Siguenza Ramí­rez

Este rito en el marco de espiritualidad k»iche» no está aislado del resto de actividades y cotidianidades de esas familias. La práctica de la ceremonia es un elemento más de la vida en el marco de la cosmovisión. Elementos fundamentales son: a) el trabajo de la tierra para obtener el alimento que, con la interacción milenaria naturaleza sociedad creó la milpa, conjunto de especies básicas para la nutrición de las comunidades; b) el sistema de normas y actitudes para convivir de manera armoniosa y; c) la práctica de la prevención y cura de enfermedades, a través de una complejidad de procesos en los que se incluyen el uso de plantas, el barro, el fuego, el tuj o temascal, los consejos y guí­as de los ancianos, la atención de las comadronas, las sobadas y tantos otros.

Muchas de las prácticas de vida de las comunidades indí­genas fueron salvajemente amenazadas durante la guerra que vivió el paí­s en la segunda mitad del siglo pasado, principalmente por la polí­tica de contrainsurgencia del Estado y los sectores oligárquicos. No era seguro realizar ceremonias colectivas y mucho menos ejercer la función de consejero o guí­a por parte de los ancianos y ancianas. El liderazgo podí­a ser tachado de subversivo con mortales consecuencias para la persona o su familia.

En un ambiente de relativa calma luego de la firma de los Acuerdos de Paz, en Chinique de las Flores, como en otras localidades del paí­s, estas prácticas fueron poco a poco retornando a su espacio público. Las familias, los ancianos y ancianas se reencontraron y volvieron a los cerros, a los patios de las casas para la práctica colectiva de la ceremonia. En este municipio de El Quiché se produjo el encuentro de hombres y mujeres indí­genas y mestizos relacionados con la iglesia católica (catequistas) y los señores y señoras portadores de conocimientos ancestrales, con el fin de atender, por medio de la terapéutica indí­gena, los problemas de enfermedad común y aquellos derivados de las cargas fí­sicas y mentales que el prolongado tiempo de guerra provocaron en la población de la región. Y encontraron en la Asociación Médicos Descalzos Chinique un espacio que promovió el intercambio de conocimientos entre ajq»ijab» y comadronas del municipio y municipios vecinos, incluso de otros pueblos mayas como el k»ak»chiquel y q»anjob»al.

Los ancianos y ancianas, junto con la asociación, realizan un trabajo que está cimentado en fuertes raí­ces identitarias no determinadas por conceptos como la mercancí­a, el lucro o la propiedad privada. Muestra irrefutable de la existencia de ese otro mundo posible que hay que valorar y fortalecer frente a la salvaje vorágine capitalista.