Presidios: más caro el caldo que los frijoles


A los guatemaltecos ya casi nada nos impresiona respecto a los casos de corrupción, la administración de justicia y otros temas que van de la mano.

Eduardo Villatoro
eduardo@villatoro.com

En cualquier otro paí­s, incluso latinoamericano, hubiese provocado generalizado desconcierto lo que se acaba de descubrir en el Sistema Penitenciario, menos en Guatemala. Como posiblemente usted no estará enterado del todo, voy a mencionarle algunos detalles acerca de que el año pasado se instalaron en 11 centros carcelarios sendos bloqueadores de señal de celulares, para lo cual el Estado invirtió Q21 millones; pero ahora resulta que después de varios meses los mecanismos ya no funcionan, y de ahí­ que bandas de delincuentes que operan en el interior de los penales siguen cometiendo delitos a control remoto, por medio de teléfonos móviles.

Cualquiera pensarí­a que no tendrí­a nada de particular que uno o dos de esos equipos se deterioraran, por cualquier razonable causa, como fallas en los conductos de electricidad o el mal tiempo, tal lo explicado con suma candidez por el director de Presidios; pero que en las 11 cárceles esos bloqueadores registraran desperfectos, ya deberí­a ser motivo de sumo interés por parte del Ministerio de Gobernación, sobre todo porque el contrato de adquisición de ese sistema incluí­a el respectivo mantenimiento.

Sin embargo, todo lo anterior aún se llega a comprender, haciendo un esfuerzo dentro de la lógica formal; pero lo que sí­ es el colmo es que ahora resulta que para reparar el equipo se requiere de otra cuantiosa inversión, es decir, algo así­ como otros 26 millones de quetzales, adicionales a los Q21 millones. En pocas palabras, es más cara la reparación del mecanismo que su costo inicial, después de sólo 8 meses de uso.

Es como si usted comprara una refrigeradora modesta, por unos siete mil quetzales, para citar una cifra, pero a los pocos meses de estar en uso se descompone, y cuando hace el reclamo del caso al establecimiento donde adquirió el artefacto, le digan que la reparación le costará Q15 mil. Para usar un conocido chapinismo, le sale más caro el caldo que los frijoles.

Mientras tanto, delincuentes que purgan condenas en los penales por diferentes delitos, prosiguen su carrera criminal, ya sea extorsionando a honrados guatemaltecos que hacen todo lo posible para sobrevivir decorosamente, o coordinando secuestros en todo el paí­s.

La solución más expedita y cómoda que ha encontrado el actual director de Presidios es solicitar al Congreso de la República una ampliación presupuestaria, por la cantidad de Q26 millones, para reparar el equipo; pero con el fin de que el procedimiento de adjudicación de reparación sea transparente, claro y cristalino, como fue la adquisición del mecanismo descompuesto, se procederá a efectuar la licitación de tales trabajos.

Según lo reportó Prensa Libre el pasado martes, el contrato de adquisición del equipo, firmado en noviembre de 2007 con la empresa Alta Comunicación, S.A., establece que esa compañí­a tendrá a su cargo, además de la instalación del mecanismo, «el funcionamiento, mantenimiento preventivo y monitoreo remoto integral del bloqueo de señales de telefoní­a móvil».

Pero vea usted lo que el director de cárceles, Eddy Morales, respondió a una pregunta de la periodista Ana Lucí­a Blas: «Sí­, la empresa debe repararlos (los mecanismos de control), pero estamos esperando que nos enví­en su cotización». De verdad que uno ha de ser muy baboso para no entender que si esa compañí­a adquirió el compromiso de los trabajos de mantenimiento, a cuenta de qué ahora se le deba pagar por algo que, según el contrato, estaba obligada a realizar.

Aunque no se indica claramente que de los Q26 millones que gestiona el Sistema de Presidios en el Congreso, para ampliar su presupuesto, toda esa cantidad se destine a la reparación del mecanismo, sólo el hecho de que se le pague de nuevo a la empresa que instaló el equipo deberí­a ser motivo de investigación, sobre todo porque la ejecución de esos trabajos están contemplados en el contrato inicial. ¿O no?

(El reverendo Romualdo Kura visita a un reo de mucha peligrosidad en la Granja Penal de Pavón, que le comenta: Mire, padre, aquí­ en la cárcel es mucho más fácil perdonar al enemigo… después que uno se ha desquitado).