Llegada la hora de analizar, discutir y aprobar el presupuesto del año entrante, los diputados debieran tener la suficiente capacidad para cumplir tan delicada misión, pero no lo pueden hacer, porque simple y sencillamente el 99.99%%%% no están preparados para ello. Triste y doloroso es reconocerlo, pero es la verdad. Es por ello que al finalizar cada año, siempre la misma cantaleta es «negociar» obras, no para beneficio de las mayorías sino para lograr la reelección, como también otro tipo de prebendas y ventajas. El candidato Colom dijo que con él todo iba a ser diferente, pero ya ven que de presidente hasta prefiere mandar a su esposa al Congreso porque a él no le hacen caso.
Seguimos amolados frente a un constante «no saber hacer» y así no hay presupuesto que aguante. El candidato ofreció darle una solución integral al problema del transporte urbano y como presidente tampoco ha sabido hacer nada distinto de sus antecesores, sólo conceder subsidios para mantener a una partida de gorrones propietarios, lo que ha provocado que el servicio siga siendo un desastre, aparte de fuente constante de delincuencia que a diario, produce pérdidas, dolor y llanto. Y para colmo, se suma a la cola de pedigí¼eños, Su Muni, olvidándose que por su incapacidad estamos como estamos, mientras que del Transmetro no informa nada, más que pierde dinero a manos llenas. Así como van las cosas, presidente Colom, ni locos que estuviéramos los chapines vamos a querer darle más dinero a través de impuestos para el cada vez más astronómico presupuesto. Sólo haga cuentas Ingeniero, ¿cómo quiere usted que la gente esté contenta mientras comprueba que el dinero del deporte se derrocha a manos llenas con resultados cada vez más raquíticos? ¿Cómo va a creer en sus promesas si la seguridad ciudadana sigue siendo tan sólo una vaga ilusión, a pesar de las millonadas de quetzales que se han gastado para una policía cada vez más corrupta e ineficaz? El otro día que iba en un taxi, oyendo quejarse a su conductor porque usted y su gabinete no han hecho nada por reducir las penas que pasamos todos cada vez que paramos en las gasolineras, nos rebasó una comitiva de varias camionetas negras y brillantes como alma que se la lleva el diablo y me comentó -mire pues, dichosos los jefes y sus guaruras, ellos gozando de las mieles del poder, mientras yo ando tronándome los dedos para ver dónde consigo barato un tren delantero del otro carro que maneja m»ijo, porque se descalabró la semana pasada en un viaje a la costa sur por el mal estado de las carreteras. Primera Dama, ¿cree que la gente no se da cuenta que eso de regalar pisto a manos llenas u ofrecer almuerzos baratos sin comprobación ni fiscalización alguna, no es considerado por todos como un populismo barato, que ni quita el hambre los 365 días del año y encima de ello no resuelve a fondo nuestros problemas?