El Museo Albertina de Viena pone en evidencia por primera vez, en una exposición que se inaugura hoy, hasta qué punto la pintura de Vincent Van Gogh estuvo determinada por el dibujo, que practicó a lo largo de toda su vida y moldeó la genialidad de sus cuadros.
«Es la primera vez que dibujos y cuadros de Van Gogh se reúnen de esta manera en una exposición», destaca el conservador del Albertina, Klaus Albrecht Schrí¶der, que agrupó unas 160 obras.
Vincent Van Gogh debutó en el arte como dibujante e ilustrador a la tardía edad de 27 años y sólo comenzó a pintar tres años más tarde, en 1880.
El artista comienza a colorear sus obras en 1886, al entrar en contacto con los impresionistas en París. Sus dibujos, sombríos y melancólicos durante largo tiempo, «se revelan tempranamente de una madurez artística que sólo conocerá su pintura en los últimos cuatro años de su vida», explica Schrí¶der en una entrevista.
En sus últimos años, marcados por crisis de angustia y por sus frecuentes viajes a Arles (sur de Francia), su internación en el hospicio de Saint-Remy-de-Provence y sus últimas inspiraciones en Anvers-sur-Oise (donde se suicida a fin de julio de 1890), Van Gogh realiza la mayoría de sus obras y revoluciona la historia de la pintura.
Más allá del uso desbocado del color, su estilo gráfico, marcado por el dibujo japonés, abre el camino al arte del siglo XX -de las artes decorativas al expresionismo-, según Schrí¶der.
«Van Gogh pinta con un pincel como si dibujara con pluma. La transposición de estructuras gráficas sacadas del dibujo le dieron la base que le permitió superar el impresionismo», precisa el conservador del Albertina.
«Sus dibujos no son estudios, sino detalles. Constituyen una obra aparte -aunque indisociable de su arte pictórico- y siempre precedieron a los más adelantados», agrega Schrí¶der.
Unas sesenta colecciones, entre ellas el Museo Van Gogh de Amsterdam y el Metropolitan Museum de Nueva York, pusieron a disposición del Museo Albertina de Viena una centena de dibujos y más de cincuenta cuadros que ilustran el paralelo entre ambas técnicas.
El aporte del arte gráfico es particularmente sorprendente en el «Retrato de Joseph Roulin» realizado en 1888 en Arles y prestado por el Detroit institute of arts, o en los paisajes de su estancia en Anvers-sur-Oise.
Según el público y los críticos de arte, «el dibujante estuvo largo tiempo a la sombra del pintor», pero ambos componentes han estado claramente expuestos en toda la obra de Van Gogh, lamenta Schrí¶der, y explica: «quisimos insistir sobre un aspecto que ha sido subestimado y sin embargo es central en la obra de Van Gogh», que realizó un total de 1.200 dibujos y 850 cuadros.
La exposición, primera monografía consagrada desde 50 años al artista en Austria, ha sido asegurada por tres millares de euros, un récord en los últimos años en Europa. Se esperan más de 400.000 visitantes hasta el 8 de diciembre.
La exposición coincidirá parcialmente con «Van Gogh y los colores de la noche», que presentará el Museum of Modern art de Nueva York (MOMA) del 21 de septiembre al 5 de enero.