Las vetustas refinerías de la costa sur de Estados Unidos, están siempre expuestas a huracanes de la amplitud de Gustav y en situaciones de crisis, son el eslabón débil de la cadena de aprovisionamiento de gasolina del país.
Estados Unidos posee un total de 143 refinerías en servicio, la más nueva de las cuales fue inaugurada en 1976, de las más de 300 instalaciones con que contaba a comienzos de los 80.
Su capacidad total es de 17,6 millones de barriles diarios, cuando el consumo de Estados Unidos alcanza 20,7 mbd, obligando a importar gasolina.
Según estimaciones transmitidas por Andy Lipow, experto petrolero con oficinas en Houston (Texas, centro-sur), ayer estaba fuera de servicio una capacidad de 2,4 mbd, en momentos en que el ciclón Gustav tocaba tierra al suroeste de Nueva Orleans (Luisiana, sur).
El gobernador de Luisiana, Bobby Jindal llamó al gobierno federal estadounidense a utilizar las reservas estratégicas de petróleo.
«Llamo oficialmente al presidente y al gobierno federal a utilizar la gasolina de las reservas estratégicas de petróleo. Pensamos que es necesario y que es el momento adecuado», declaró Jindal en conferencia de prensa en la capital estatal, Baton Rouge.
La utilización de reservas estratégicas de crudo, contemplada por el departamento de Energía el viernes, podría en consecuencia enfrentar el obstáculo de la limitada capacidad de refinación, que a su vez ocasionaría un encarecimiento de la gasolina en los próximos días.
«Si hay una marejada importante e inundaciones, habrá además problemas en una parte de la infraestructura», declaró Lipow.
La vulnerabilidad del sistema de refinación se debe a un factor geográfico innegable: el golfo de México, que concentra 26% de la extracción petrolera estadounidense y en consecuencia la mayor parte de las refinerías, es también la región de las tormentas tropicales.
«El hecho es que gran parte de la capacidad de refinación está sobre la costa del golfo y cuando llega un huracán de categoría 4 o 5, siempre hay riesgos importantes», subrayó Lipow.
Esta vulnerabilidad está simbolizada por el puerto Fourchon, a unos 100 kms al sur de Nueva Orleans, un cuello de botella que recibe el crudo de 90% de las plataformas petroleras y perforaciones submarinas del golfo de México.
Según un estudio de la autoridad que administra el puerto, un interrupción de la actividad del puerto durante tres semanas generaría un pérdida de 10 mil millones de dólares para las petroleras estadounidenses, de 2.900 millones de dólares para las familias y la eliminación de 77 mil empleos en el país (cifras de 2006).
Estimación que concuerda con la realizada por Eqecat Inc, firma de Oakland, (California, oeste) especializada en modelos de riesgo extremo, que evalúa las eventuales pérdidas causadas por Gustav también entre 6 mil y 10 mil millones de dólares, en su mayoría en el estado de Luisiana. La capacidad de producción petrolera en la región se reduciría en cerca de 5% el año próximo.
Lipow considera sin embargo que «las refinerías están mucho mejor preparadas para recuperar rápidamente el ritmo de funcionamiento, de lo que lo estaban luego del Katrina (en agosto 2005, ndlr)», subrayando que «casi todas las instalaciones cuentan con generadores eléctricos».
De todos modos, los inversores no se apresuran para construir nuevas refinerías, considerando otros mercados muchos más promisorios.
Los precios del producto final no guardan relación con el encarecimiento de una materia prima cuya cotización se disparó y como en un círculo vicioso, la vestustez de las refinerías estadounidenses inquieta al mercado petrolero, haciendo sensibles los precios al menopr incidente técnico.
En octubre de 2005, luego del pasaje de Katrina y Rita, la Cámara de Representantes votó una ley para alentar la construcción de refinerías, a cambio de una flexibilización de las normas ambientales. Por ahora benefició a un proyecto en Yuma (Arizona, suroeste), que debería iniciarse en 2009 y entrar en servicio en 2012.