La crisis política sin precedentes que vive Tailandia desde hace cuatro días se agravó hoy con incidentes entre la policía y los miles de manifestantes que ocupan la sede del gobierno para forzar la dimisión del primer ministro.
Asimismo, la policía dispersó con gases lacrimógenos a unos 2 mil manifestantes congregados frente al cuartel general de la policía en Bangkok.
La televisión tailandesa mostró imágenes de lo ocurrido y aseguró que los manifestantes se habían dispersado rápidamente.
El movimiento de protesta también empezó a extenderse a otras ciudades de Tailandia y las autoridades se vieron obligadas a cerrar tres aeropuertos, entre ellos el de la isla turística de Phuket (sur), donde los opositores bloquearon las pistas en señal de solidaridad con los manifestantes de Bangkok.
En cuanto a los incidentes en la capital tailandesa, éstos ocurrieron anoche, cuando los manifestantes que ocupan la «Casa de Gobierno» trataron de obligar a un millar de policías a abandonarla.
Unas 25 mil personas, según la policía, ocupan el edificio, donde está la oficina del primer ministro, Samak Sundaravej, a quien quieren obligar a dimitir sólo siete meses después de su llegada al poder.
Los agentes antidisturbios, sin embargo, forzaron de nuevo su paso hasta la entrada principal del edificio.
Asimismo, usaron sus matracas para impedir que otros opositores entraran en el recinto y seis personas sufrieron heridas leves, según varios testigos. La policía por su parte señaló dos heridos en sus filas.
Samak, de 73 años y que no está dentro del edificio gubernamental, reiteró hoy que no autorizará el recurso a la fuerza contra los manifestantes.
Más tarde, el primer ministro subrayó que no tiene intención de dejar su cargo. «No dimitiré. En este momento, no declararé el estado de emergencia», agregó.
El jefe del ejército, por su parte, reafirmó que no habrá un nuevo golpe de Estado en Bangkok. «No lo habrá porque un golpe de Estado no podrá solucionar los problemas», declaró el general Anupong Paojinda.
En la «Casa de Gobierno», mientras tanto, varios oficiales judiciales intentaron entrar en el edificio con un mandato conminando a los manifestantes a abandonarlo inmediatamente.
Los opositores, sin embargo, les impidieron entrar y tuvieron que dejar el documento colgado en una farola cercana.
Los sindicatos de los ferrocarriles públicos anunciaron ayer su unión al movimiento de protesta y, hoy, el sindicato de Thai Airways lanzó un llamamiento a la huelga a los 15 mil empleados de la compañía en apoyo a los manifestantes.
La crisis desencadenada el martes por el asalto popular contra la sede del gobierno y una cadena pública de televisión es un serio desafío para Samak.
Los manifestantes pertenecen a la Alianza del Pueblo para la Democracia (PAD), una coalición de nacionalistas, monárquicos y militantes de movimientos sociales.
La PAD organizó numerosas protestas antigubernamentales desde mayo y acusa al primer ministro de ser el «hombre de paja» de Thaksin Shinawatra, el magnate y ex primer ministro derrocado por un golpe de Estado en 2006 y actualmente refugiado en Gran Bretaña.
El partido de Samak, dominado por los hombres de Thaksin, ganó en diciembre las primeras elecciones tras el golpe militar.
Además de la dimisión del primer ministro, los manifestantes exigen el mantenimiento de la Constitución elaborada bajo la precedente junta militar.