Un dí­a en el cielo


¡Qué admirable es el hombre que, en la madrugada, con la mente limpia, el corazón fresco y el rostro al viento, se eleva en espí­ritu hasta el infinito!

César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com

¡Qué impresionante es aquél que se entrega a su trabajo sabiendo que éste lo engrandece en dignidad y le permite alzar el vuelo hacia la prosperidad!

¡Qué estimulante es encontrarse con alguien que se entrega como si fuera una flor, una tarjeta de presentación, o un cálido abrazo!

¡Qué envidiables son los latidos de un corazón enamorado!

Y ¡Qué agradable es el pensar y sentir que Dios vive en nosotros; porque esta sólo puede ser la sensación inmensa y sublime de un espí­ritu renovado y triunfador!