Bastaron ocho días al relator especial de la ONU, Vermor Muñoz para hacer severas críticas a la educación pública. Que tal si permanece más tiempo, habría dado el tiro de gracia al sistema escolar. Esas visitas que provienen de aquel alto organismo internacional, siempre dejan mal parado al país tocante a su andamiaje.
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Hizo la constatación de cómo funciona el más importante sistema nuestro, algo que cualquier gente de la calle anhela porque sean atendidos los intereses y necesidades en esa área de trascendencia prioritaria. Además, muy a la zaga, en lo atinente a una auténtica formación de las nuevas generaciones urgidas de más y mejor calidad.
Ojo clínico, valga la expresión, posee dicho funcionario al hacer el correspondiente diagnóstico situacional, sin tantos aspavientos; se fue al grano directamente. A su juicio existe un abismo entre la retórica jurídica y la práctica diaria, con todas sus letras, más rendimiento y menos publicidad es un petitorio por demás generalizado.
De entrada evidencia públicamente su preocupación, casi ubicada en el asombro, por el tema candente de la Educación Media. Acerca que el 80% de la misma está en manos de colegios privados. Y que es un atentado contra el principio de gratuicidad establecido a nivel internacional y en la Constitución Política de la República.
Aparte de estar a la vista, incluso a vuela pájaro, estamos ya acostumbrados a ver tantas carencias, el relator exprofeso, impulsivo y observador, a tono con su misión, recalca sobre la urgencia de una cobertura
escolar. Edificios que sean funcionales y apropiados; una responsabilidad manifiesta en la contratación de maestros bilingí¼es.
También mayor empuje y adecuación coherente con el momento histórico que vivimos, lejos de soslayarlo con miras a tender un manto de humo. En el sentido nato de fortalecer la formación de maestros eficientes, sea en servicio o preservicio, conforme situaciones imprevistas, causantes de complicaciones; a efecto de solventar las demandas.
Otra de sus enormes preocupaciones que lo retornaron al borde del colapso por lo visto, resulta de por qué muchos familiares de connacionales deben cubrir cuotas diversas y gastos escolares exigidos a los estudiantes. Mismos que su itinerario va desde pequeños gastos a título de contribuciones, hasta pago de docentes en ciertos casos.
A propósito, la tan llevada y traída reforma tributaria, con aliados y enemigos acérrimos, debe garantizar a plenitud que la educación reciba los recursos indispensables y suficientes. En caso contrario, digo yo, se protagonizan en forma clara acciones que denotan el rol de meros pedigí¼eños, a la altura del siglo XXI.
Sus observaciones en gran parte se reducen, como sucede a menudo con «los visitadores», a puntualizar en relación a verdaderos tecnicismos, en vez de expresar las cuentas claras y el chocolate espeso. Nada nuevo en pocas palabras. Podemos sostener lo siguiente: Vino, vio y señaló severamente, e hizo lapidarios.
Tampoco omite, para llenar su cometido a cabalidad, cuestiones relativas a los pueblos indígenas, entre ellas la creación de la Universidad Maya. Encuentra un reduccionismo porque el derecho a la educación de los mismos ha sido reducido al bilingí¼ismo, de conformidad con su leal saber y entender.
Aboga en otro orden de ideas en su informe preliminar, el relator especial Vermor Muñoz para que se dé mayor atención a la población discapacitada. Bueno, y la alfabetización, la necesaria reforma educativa y demás situaciones complementarias, qué, cómo y cuándo tendrán solución pronta y cumplida. O simplemente fue un acto rutinario.