Estados Unidos sigue sin ver el final del túnel


Imagen del cartel de esquina de Wall Street, justo donde se ubica la Bolsa de Valores de Nueva York. Estados Unidos está inmerso desde hace un año en la denominada crisis subprime, y no hay manera que paren las consecuencias.

Un año después del comienzo de la crisis, Estados Unidos, donde se iniciaron los problemas, continúa sin ver el final del túnel, pese a las masivas intervenciones de las autoridades.


Lo que al principio parecí­a solamente una crisis manejable de los créditos a riesgo (subprime), nacida de los excesos de la burbuja inmobiliaria, lentamente contaminó el conjunto del sistema financiero y la economí­a, en una especie de efecto dominó que parece no tener fin.

La comparación con la Gran Depresión es evocada con frecuencia, y aunque hasta el presente la economí­a logró escapar a la recesión y los mercados a la implosión, cada comienzo de recuperación se frustra.

Los problemas del mercado bursátil ilustran bien el fenómeno: el Dow Jones perdió 13% desde agosto de 2007, con bruscas aceleraciones que se desinflan como globos.

«Desde el verano (boreal) pasado, se reprodujo el mismo esquema al menos seis veces: malas noticias económicas y financieras llevan a una caí­da de la bolsa, luego una sorpresiva acción de la Reserva Federal o del gobierno aparecen para salvar a los mercados», subrayó el economista independiente Nouriel Roubini.

«En cada ocasión esto impulsa los mercados durante un corto perí­odo, pero la fuerza del tsunami de malas noticias los hace recaer», agregó.

Roubini es conocido por su pesimismo, pero él fue uno de los primeros a anticipar la extensión de la crisis. Su opinión es cada vez más compartida luego del incremento de las tensiones registradas por el mercado a principios de julio.

«Es claro que los mercados financieros y la economí­a entraron en una nueva zona de riesgo, con un peligro mayor de un importante evento negativo y de un aterrizaje brutal de la economí­a», afirmó Brian Bethune del gabinete Global Insight.

En lo que respecta a los bancos, la idea de una importante quiebra ya no es un tema tabú, como lo prueba la caí­da del californiano IndyMac.

La desconfianza se palpa en la creciente reticencia de los bancos a prestarse dinero entre ellos, factor que limita la disponibilidad de crédito.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) se inquietaba recientemente por un posible «cí­rculo vicioso entre el sistema financiero y la economí­a», subrayando que el riesgo se habí­a desplazado ahora más allá de los créditos subprime, principalmente hacia los préstamos hipotecarios clásicos.

Ello no hace más que agravar las dificultades del sector inmobiliario, multiplicando los embargos (en alza de 121% sobre un año en el segundo trimestre) y haciendo bajar los precios (-15,8% sobre un año en mayo en las 20 mayores aglomeraciones urbanas).

Las autoridades financieras tratan de cerrar la brecha a golpe de intervenciones shock, pero las soluciones con frecuencia no están a la altura de la amplitud de la crisis.

Washington lanzó un vasto plan de reactivación de 168 mil millones de dólares con el objetivo de impulsar el consumo que se reveló decepcionante, puesto que la mayor parte del rembolso de impuestos fue consumido por la disparada de los precios de la gasolina.

El banco central estadounidense decidió importantes reducciones de tasas de interés (3,25 puntos desde septiembre) y acordó facilidades de financiación nunca vistas a los bancos. Si bien ello permitió mantener el sistema a flote, las condiciones del crédito continúan tensas: a fines de julio, las tasas de crédito hipotecario fijas a 30 años volvieron a sus niveles más altas en un año.

Constatando que uno de los problemas provení­a de la extrema desactualización del sistema de reglamentación financiera, que data en lo esencial de los años 30, las autoridades multiplicaron los llamados a su reforma, pero sin duda llevará años para que la reflexión dé sus frutos.

En consecuencia, los economistas no ven una mejorí­a a corto plazo.

«Decir que las cosas irán bien en 2009 es prematuro. Por el momento, no se puede esperar una mejorí­a antes de 2010», estimó John Makin del American Enterprise Institute.