El mito de Frankestein


El ser humano está jugando con fuego si pretende que la manipulación genética alumbre superdeportistas para saltar como El Hombre Araña, levantar pesos como El Increí­ble Hulk o correr como Flash, señalan médicos y entrenadores de los Juegos Olí­mpicos Pekí­n-2008.


El mito de Frankestein, es decir el monstruo que se escapa de las manos de su hacedor y lo destruye, ha renacido con el llamado dopaje genético, que lejos de mejorar rendimientos y bajar récords amenaza la esencia del deporte.

«Hacer superhombres o supermujeres traerá graví­simos y terribles riesgos para la salud, no sólo del deportista, sino de la sociedad toda», dijo Tyrone Flores, director médico olí­mpico de Ecuador.

Flores, presidente de la Confederación Sudamericana de la Medicina del Deporte, sostuvo que «si se pudo experimentar con el ganado generando hipertrofia y monstruos, también se puede hacer con humanos y veremos los resultados, pero lo que viene es terrible».

«Es una manera de ir contra la naturaleza y cuando eso sucede, la naturaleza se va a cobrar después su precio», dijo Juan Antonio Castillos, uno de los médicos de la delegación olí­mpica de Uruguay.

Castillos dijo que «uno puede hacer esos experimentos pero después la naturaleza pega sus «palazos» (golpes), porque una cosa es la selección genética natural y otra la manipulación genética».

«Hay atletas superdotados, como los grandes deportistas de la historia, porque la naturaleza no es democrática, elige ella», explicó el médico.

Desde otro enfoque, el entrenador guatemalteco Gheorghe Marianne, de pentatlón moderno, comentó que «esto es un problema de los cientí­ficos, que ya están especializados en este trabajo, y nosotros, los entrenadores, hacemos el nuestro».

«No es correcto, claro, hacer manipulación genética. Y hay paí­ses desarrollados que lo hacen y van a ganar muchí­simo, ¿no?. Es un objetivo. Ya no hay «fair play» (juego limpio) en el deporte», analizó.

El entrenador dijo no saber si estos superdeportistas pueden aparecer «dentro de 20 ó 100 años. Creo que aún está lejos».

Al respecto, Alan Garnier, Director Médico de la Agencia Mundial Antidopaje, dijo este año que (WADA) que «la manipulación genética será el dopaje del futuro. Sabemos que se acabará consiguiendo, y por eso llevamos dos años trabajando para elaborar métodos que puedan llegar a detectar».

«Pero también –agregó Marianne– los atletas dan sorpresas, como (el estadounidense) Bob Beamon, que marcó un récord (que duró 23 años) en salto en largo en los Juegos Olí­mpicos de México-1968 y no podemos decir que fue manipulación».

Flores dijo que «es una preocupación muy grande, porque vemos que hay paí­ses que están haciendo pruebas de laboratorio para el dopaje genético».

«Ya tenemos conocimiento de que se trabaja en la fibra muscular bloqueando una enzima para la hipertrofia muscular».

Pero el médico planteó «el problema de que para tales controles de dopaje, deberí­a hacerse una biopsia muscular o abrir un músculo del deportista y si es negativo el resultado, habrí­a que pagar indemnizaciones económicas grandí­simas».

«Todo lo que sea fortalecimiento exagerado de la musculatura trae envejecimiento rápido de la fibra. Es cómo subir una loma con un carro forzando la máquina. Si lo hacemos varias veces vamos a acortar la vida de la máquina y, en este caso, del deportista», dijo Flores.