Filgua


Hace casi una semana se inauguró la feria del libro, una especie de Navidad o de fiesta emocionante para algunos cuya vida gira en torno a los libros, las lecturas, la palabra y la creación.

Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@yahoo.es

Un espacio que sirve de puente para traspasar fronteras; los libros permiten eso, invitan a soñar, a viajar, a vivir de otra manera, a arriesgarse, a pensar.

Lamentablemente en muchos casos es un imposible, son algo inaccesible para las mayorí­a de personas, porque adquirirlos es más que un lujo, por eso quiero resaltar la valiosa promesa del vicepresidente Rafael Espada, en realidad un compromiso pactado el viernes 25 de julio al medio dí­a, por medio de la cual ofreció quitar el impuesto a los libros para que todos y todas podamos gozar de ellos y ejercer a través de su lectura ese derecho a la cultura que casi nunca disfrutamos. Ojalá que en el Congreso lo ayuden a cumplir su palabra.

Por otro lado es preciso reconocer el trabajo de quienes han hecho posible este espacio, esta convivencia entre libreros, escritores y escritoras, entre niños y niñas, entre letras, palabras y tapas de cartón que encierran una oportunidad para ir más allá, entre ellos, no puedo dejar de mencionar a Raúl Figueroa Sarti, para él, todos los aplausos.

Otro detalle interesante, del cual además de alguna manera formé parte, fue la participación de UNICEF a través de su libro gigante y su espacio recreativo para niños y niñas, un punto en el cual se invitó a jugar, a pensar, a soñar, a leer, a imaginar.

Todo esto salpicado por el talento de Alexis Cuentacuentos, y por la responsabilidad de muchos padres y madres que acudieron con sus hijos para disfrutar de un fin de semana diferente. Valiosa también la exhibición de libros para niños, los de Luis de Lión, Manuel José Arce, los de Perinola y los que trajeron de Nicaragua.

Ni que decir de la participación de Carlos Monsiváis, Sergio Ramí­rez, Marta Elena Casaus y Marco Antonio Flores a través de sus talleres, actividades que también propiciaron las distintas editoriales participantes.

Aunque claro, nunca todo es perfecto y a mi gusto, ensombreció el panorama un stand de la policí­a nacional justo en el pabellón infantil, en donde se observaba un video de prácticas policí­acas, nada que ver con el inocente entorno, que por momentos se tambaleó ante la presencia de elementos de esta dependencia paseando entre las ofertas, sin dejar afuera sus armas de fuego.

Afortunadamente, la Asociación para el Estudio y la Promoción de la Seguridad en Democracia, se dio a la tarea de cambiar juguetes bélicos por juguetes educativos, en un esfuerzo porque los Derechos Humanos y la paz sean una consigna que crezca con todos. La feria sigue hasta el domingo en el Parque de la Industria.