Karadzic pasa a manos de la justicia internacional


Fuerzas de seguridad de Bosnia aterrizan donde está detenido Radovan Karadzic para iniciar su traslado a La Haya.

El ex lí­der polí­tico de los serbobosnios, Radovan Karadzic, acusado de crí­menes de guerra y genocidio por el Tribunal Penal Internacional (TPI), ingresó en prisión hoy en La Haya, mientras la Corte se felicitó por la cooperación con Serbia.


Una mujer camina cerca de una pared que está tapizada de muestras de apoyo para Karadzic, pidiendo que no lo trasladen.En Belgrado, serbios ultranacionalistas se pronunciaron en contra del traslado de Karadzic.

Radovan Karadzic, trasladado anoche a La Haya, después del acuerdo de las autoridades serbias, comparecerá mañana por primera vez ante un juez del TPI.

El avión que transportaba al que fuera uno de los fugitivos más buscados del mundo aterrizó en el aeropuerto de Rotterdam (oeste de Holanda), donde se desplegó un importante dispositivo de seguridad para su traslado a la prisión de Scheveningen (alrededores de La Haya).

«Karadzic, que fue detenido el 21 de julio de 2008 en Serbia, fue admitido en el centro de detención de La Haya», informó el Tribunal Penal Internacional (TPI) para la ex Yugoslavia en un comunicado.

Karadzic, que iba a ser examinado por un médico tras su llegada, comparecerá ante un juez del TPI mañana, en una audiencia durante la cual se le pedirá que se declare culpable o inocente.

Sin embargo, no estará obligado a responder inmediatamente, sino que dispondrá de un plazo legal de 30 dí­as para hacerlo.

El fiscal del TPI, Serge Brammertz, consideró que la detención de Karadzic es «un gran éxito de la cooperación de Serbia» con el Tribunal. Las autoridades serbias merecen «todo el crédito» por su arresto, declaró a los periodistas.

Desde Belgrado, el abogado de Karadzic, Svetozar Vujacic, admitió que el recurso judicial del que él mismo habí­a hablado contra el traslado de su cliente a La Haya no habí­a sido cursado, y reconoció haber tratado de retrasar al máximo su partida.

Radovan Karadzic, de 63 años, está acusado de crí­menes de guerra, crí­menes contra la humanidad y genocidio, en particular por la matanza de casi 8 mil hombres y adolescentes musulmanes en julio de 1995 en Srebrenica, este de Bosnia.

Los 27 paí­ses de la UE habí­a advertido a las autoridades de Belgrado de que Serbia no podrí­a tener expectativas de integración en el bloque mientras no detuvieran a Karadzic.

Los europeos reclaman también la detención de otros dos procesados por el TPI, la de Ratko Mladic, brazo derecho militar de Radovan Karadzic durante la guerra de Bosnia, y la de Goran Hadzic, ex presidente de la autoproclamada república serbia de Krajina.

«Espero que la cooperación de Serbia con el Tribunal permitirá detener a los otros dos fugitivos (…) Sin su arresto, no podrá concluir el mandato del TPI», insistió Brammertz.

También precisó que no prevé una nueva evaluación de la cooperación de Belgrado.

Karadzic es considerado el cerebro de la «limpieza étnica» lanzada con el respaldo de Belgrado, según la fiscalí­a del TPI, contra musulmanes y croatas durante la guerra de Bosnia (1992-1995), que dejó 100 mil muertos y 2,2 millones de refugiados, la mitad de la población bosnia.

Radovan Karadzic también deberá responder ante el TPI del asedio de Sarajevo, que dejó numerosas ví­ctimas, y de la detención de miles de civiles en campos del noroeste de Bosnia.

El traslado de Karadzic a La Haya se produjo unas horas después de una manifestación organizada por la oposición nacionalista serbia en el centro de Belgrado, que degeneró al final en altercados entre unos centenares de jóvenes y la policí­a.

El ministro de Justicia serbio, Snezana Malovic, tomó la decisión que permitió la extradición de Radovan Karadzic desde Belgrado en conformidad con la ley nacional sobre la cooperación con el Tribunal.

Las autoridades serbias anunciaron el 21 de julio la detención en Belgrado, en circunstancias rocambolescas, del hombre que la justicia internacional reclamaba desde 1995.

Cuando fue detenido estaba irreconocible, era un hombre de largas cabellera y barba blancas, que ejercí­a la medicina alternativa bajo la identidad de un tal «Doctor Dragan Dabic».

ACTA


El ex lí­der polí­tico de los serbobosnios, Radovan Karadzic, está acusado por el Tribunal Penal Internacional (TPI) de genocidio, crí­menes contra la humanidad y crí­menes de guerra por su papel en la guerra de Bosnia (1992-1995), que dejó más de 200 mil muertos, y en especial por la masacre de Srebrenica.

Karadzic fue trasladado en la madrugada de hoy de Belgrado a La Haya, donde ingresó en el centro penitenciario del TPI.

Si es declarado culpable de los once cargos que se le imputan, entre ellos genocidio, persecuciones, exterminaciones, asesinatos, deportaciones, actos inhumanos o toma de rehenes, se le condenarí­a a la pena máxima, la cadena perpetua.

Radovan Karadzic, de 63 años, está inculpado desde 1995.

Según el acta de acusación, es uno de los principales artí­fices del plan «limpieza étnica» de ciertas zonas de Bosnia Herzegovina, junto con el ex jefe militar de los serbios en Bosnia, Ratko Mladic, – con quien formaba la pareja de fugitivos más buscados por el TPI-, con el objetivo de crear una Gran Serbia.

Para llegar a este objetivo, «los dirigentes serbios de Bosnia, entre ellos Radovan Karadzic, pusieron en marcha un plan de acción que se tradujo en persecuciones y métodos de terror, la expulsión de personas contra su voluntad y la eliminación de otras», precisa el documento.

Karadzic está acusado principalmente por tres de los episodios más trágicos de la guerra de Bosnia: el genocidio de Srebrenica, el sitio de Sarajevo y el encierro de miles de civiles en campos de detención en la región de Prijedor (noroeste de Bosnia).

El acta de acusación describe cómo, tras haber sido elegido presidente de la República serbia de Bosnia en marzo de 1992, cargo que ocupó hasta julio de 1996, «planificó, incitó a cometer, ordenó u ayudó de cualquier otra manera a planificar (…) la persecución de las poblaciones musulmanas del enclave de Srebrenica».

Cerca de 8 mil jóvenes y hombres musulmanes de Bosnia fueron ejecutados por las fuerzas serbias tras la toma de esta zona, empero oficialmente bajo el protectorado de la ONU, el 11 de julio de 1995. Se trata de la masacre más grave cometida en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Como comandante en jefe de las fuerzas armadas serbias de Bosnia, también tendrá que responder por el sitio de Sarajevo.

Karadzic fue acusado de haber planificado una «campaña prolongada de bombardeos y de tiros aislados contra la población civil (…) a fin de mantener a los habitantes en un estado de terror constante».

Karadzic también fue inculpado por la detención de miles de civiles croatas o musulmanes de Bosnia en campos en condiciones «horribles e inhumanas», concretamente en la región de Prijedor.

En 1992, las imágenes de las personas demacradas retenidas en estos campos, difundidas por todas las televisiones del mundo, provocaron una fuerte impresión en la opinión pública.

También se le acusó por la toma de más de 200 cascos azules de la ONU como rehenes entre el 26 de mayo y el 2 de junio de 1995 en varios sectores de Bosnia.

GENOCIDIO


El genocidio, que define crí­menes cometidos «con intención de destruir, en todo o en parte, un grupo nacional, étnico, racial o religioso en tanto que tal», es el crimen más grave reconocido por el derecho internacional, pero asimismo uno de los más difí­ciles de probar.

El Tribunal Penal Internacional (TPI) para la ex Yugoslavia publicó en 1995 el acta de inculpación, en particular por genocidio en la matanza de Srebrenica, del jefe polí­tico de los serbobosnios, Radovan Karadzic, detenido la noche del lunes por los servicios secretos serbios.

La masacre de unos 8 mil adolescentes y hombres musulmanes en Srebrenica (Bosnia) en julio de 1995 es el único episodio de las guerras en la ex Yugoslavia calificado como «genocidio» por el TPI.

El Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), la máxima instancia judicial de las Naciones Unidas, confirmó a finales de febrero que esta matanza fue un genocidio.

Derivada del griego «genos» (raza) y del sufijo latino «cide» (de «caedere», matar), la palabra fue inventada en 1944 por Raphael Lemkine, un judí­o polaco refugiado en Estados Unidos y consejero en la Secretarí­a de Guerra de ese paí­s, para designar los crí­menes cometidos por los nazis.

En derecho internacional, el genocidio se reconoció en 1948 gracias a la Convención de las Naciones Unidas, que estipula:

– el asesinato

– los atentados graves a la integridad fí­sica y mental

– la sumisión intencional de miembros del grupo a condiciones de existencia que causen su destrucción fí­sica total o parcial

– las medidas para impedir los nacimientos en el seno del grupo

– la transferencia forzada de niños del grupo a otro grupo constituyen crí­menes de genocidio si son cometidos con intención de destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial o religioso.

«El genocidio es un crimen muy difí­cil de probar desde un punto de vista legal porque hace falta llegar a probar esta intención especí­fica», dice Avril McDonald, experta en derecho internacional humanitario en La Haya.

Hasta ahora el Tribunal Penal Internacional (TPI) para la ex Yugoslavia sólo ha pronunciado una sola condena, confirmada en apelación en abril de 2004, por genocidio, contra el general serbio de Bosnia Radislav Krstic, por la matanza de Srebrenica.

El Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR), basado en Arusha (Tanzania), fue creado por la ONU para juzgar los principales presuntos responsables del genocidio de 1994 en Ruanda y pronunció al dí­a de hoy 28 condenas, 20 de ellas por genocidio y dos por complicidad o incitación, y cinco absoluciones.

Según la ONU, el genocidio dejó unos 800 mil muertos, esencialmente en la minorí­a tutsi.