Los bebés, pasión oculta de culturas prehistóricas


Los hombres prehistóricos del norte de ífrica amaban especialmente a los bebés, según ha revelado un reciente descubrimiento realizado por un equipo británico-marroquí­ en el este de Marruecos.


«Erróneamente» estas poblaciones «fueron consideradas durante mucho tiempo como individuos a los que sólo les preocupaba comer, reproducirse y protegerse de los avatares del clima y de los grandes depredadores», afirmó hoy Abdeljalil Buzuggar, miembro del Instituto marroquí­ de Arqueologí­a y Patrimonio (INSAP).

«Sin embargo, descubrimos que hace 12 mil años, destinaban a los bebés un lugar privilegiado respecto a los adultos», añadió este experto en Prehistoria, que dirige junto con el británico Nick Barton, de la universidad de Oxford, las investigaciones realizadas desde la primavera (boreal) en la Gruta de los Pichones, en Taforalt (este de Marruecos).

Ese lugar es una de las mayores necrópolis de ífrica del paleolí­tico superior y allí­ los arqueólogos han descubierto bajo piedras calcáreas azules unos huesos de recién nacidos impregnados de ocre rojo.

«No podemos descartar la idea de que esos hombres prehistóricos fueron a buscar las piedras a la llanura, a unos 15 kilómetros de distancia, para utilizarlas en las sepulturas de los bebés y recordar su ubicación», explicó Buzuggar.

Según Louise Humphrey, paleoantropóloga del Museo de Ciencias Naturales de Londres y miembro del equipo, en total hay cuatro tumbas de bebés de las que dos se descubrieron este año.

«Los bebés fueron enterrados como si estuviesen sentados o inclinados y las piedras fueron colocadas aposta sobre sus cuerpos. Ese ritual hace pensar que los bebés tení­an un especial valor en esa comunidad», declaró Humphrey.

Otra señal que avala esta hipótesis es que ninguno de los huesos de los pequeños sufrió ningún tipo de perturbación.

«Descubrimos que, a veces, desplazaban las sepulturas más viejas de adultos, con sus huesos, pero nunca las de los bebés», dijo Buzuggar, para quien ello es un signo de respeto hacia esas criaturas.

Los arqueólogos también desvelaron que en la necrópolis marroquí­ se enterraban a personas de diferente clase social. Uno de los cadáveres hallados corresponde a un chico de 16 años, de elevado rango social como hacen suponer los grandes cuernos de animal sobre su esqueleto y los objetos personales con los que fue enterrado.

Los hombres prehistóricos del Magreb y del Sahara vivieron en las costas de esos territorios en un perí­odo entre 20 mil y 8 mil años antes de nuestra era.

Buzuggar y Humphrey excluyeron que los niños hallados en la necrópolis hubieran sido sacrificados.

«No hay huellas de violencia que sugieran que los bebés fueron sacrificados. Pienso que murieron por causa natural y fueron llorados y enterrados de la misma forma que los miembros más ancianos de la comunidad», aseguró Humphrey.

«Nuestros descubrimientos nos permitirán comprender mejor el ritual de la inhumación y llevar a cabo estudios sobre la salud infantil, el crecimiento y la alimentación de los recién nacidos» de aquella civilización, agregó.

Para el experto marroquí­, tal grado de organización no se pudo alcanzar sin contar también con un lenguaje articulado.

«Quizás no sepamos jamás cómo cazaban, se reproducí­an o se comportaban con sus familias, pero las sepulturas son una fuente inestimable de información», concluyó, señaló.

«No podemos descartar la idea de que esos hombres prehistóricos fueron a buscar las piedras a la llanura, a unos 15 kilómetros de distancia, para utilizarlas en las sepulturas de los bebés y recordar su ubicación».

Abdeljalil Buzuggar

miembro del Instituto marroquí­ de Arqueologí­a y Patrimonio (INSAP)