Revoluciones en Guatemala (Tercera parte y final)


El autor Gramajo ya citado tiene comentarios bastantes duros en contra de don José Prado Romaña, a quien acusa de utilizar la Revolución en su beneficio cuando confiscó y vendió maderas preciosas y otros bienes de una monterí­a.

í“scar Enrique Alvarado S.

El revolucionario Isidro Valdés participó en 1897, 1906, 1915 y 1916. Don José León Castillo participó en 1897, 1899, 1903 y 1906. En una ocasión el Embajador de México acreditado en Guatemala lo condujo hacia un puerto para que abandonara el paí­s, sin hacer caso de las presiones que le hací­a Estrada Cabrera para que lo entregara a pesar de los ofrecimientos económicos que el embajador dignamente rechazó. La revolución de 1897 logró llegar a las poblaciones de San Esteban en Chiquimula y Zacapa.

En la revolución de 1903 algunos de los batallones que invadieron por Jutiapa llevaban los nombres de revolucionarios que se habí­an distinguido por sus luchas anteriores.

Si el presidente Estrada Cabrera hubiera tenido un sentimiento a favor de la unión de Centroamérica, quizá otro habrí­a sido el panorama, pero en realidad ni don Tomás Regalado ni el mandatario guatemalteco fueron leales al recién intento de la República Mayor de Centroamérica de 1898, que tuvo su sede federal en Amapala. Muy poco tiempo duró la ilusión de un intento unionista más. La República Mayor estuvo formada por El Salvador, Honduras y Nicaragua.

Se dio el caso de un extranjero proveniente de Dinamarca quien donó su fortuna a los revolucionarios, Estrada Cabrera ordenó su prisión y la confiscación de sus bienes.

Fueron muchos los que tomaron parte en contra y a favor del Presidente, un gran número de profesionales, incluyendo médicos para atender a los heridos. Veamos algunos de los revolucionarios: José R. Leiva, Maximiliano Jiménez Pinto, Salvador Vides Urrutia, José Santos de la Rosa, Isidro Valdés, Salvador Toledo. …

En 1915 se formó un Comité Revolucionario encabezado por Isidro Valdés y José Prado Romaña.

En 1916 los dos jefes actuaron independientemente, el doctor Juan Ignacio Toledo y don Isidro Valdés, cada quien por su lado, este divisionismo fue una de las causas del fracaso.

En 1898 hubo una marcha de San Marcos a Quetzaltenango, pasando por Cerchil, lugares que he tenido la oportunidad de conocer y que me imagino ver el paso de los ejércitos revolucionarios.

En junio de 1906 sucumbió la revolución, la que ocupó un extenso territorio por el lado de Jutiapa, la derrota se debió en parte al hecho de que don Tomás Regalado no puso a disposición de los revolucionarios todo el armamento que se requerí­a. Regalado murió al intentar tomar una colina, El Sillón, de difí­cil acceso, algunos dicen que el jefe militar se encontraba tomado de licor.

Para un estudio detenido sugiero leer la documentación del antiguo Ministerio de la Guerra que es confidencial, solicitando el permiso respectivo serí­a factible su lectura.

Las revoluciones en contra del gobierno, los terremotos de 1917 y 18 que afectaron a ricos y pobres con la destrucción de la ciudad de Guatemala, el retiro del apoyo que el gobierno de los Estados Unidos daba al mandatario, la revolución en México que comenzó en 1910, la revolución Rusa de 1917, la Primera Guerra Mundial, las prédicas del obispo José Pinol y Batres, la lucha de un grupo de personas importantes de recursos económicos, algunos obreros como don Silverio Ortiz, el Partido Unionista y sus lí­deres, todo ello provocó el derrumbe de la dictadura. Finalmente el presidente aceptó una capitulación y pasó en calidad de preso bajo investigación de los tribunales. Sus Memorias escritas en la prisión desaparecieron.

Demostró astucia económica al apoyar a los caficultores, también tuvo astucia polí­tica al mantener un férreo control sobre la población. El Presidente que siguió en forma interina, don Carlos Herrera, convocó a elecciones, uno de los candidatos fue el legendario José León Castillo, perdió las elecciones, ya era un hombre bastante entrado en años y

muchos no lo conocí­an. Así­ es la lucha y me imagino que se debe estar preparado para soportar los embates del infortunio.

El dictador mantuvo un activo espionaje sobre los movimientos de algunos abnegados patriotas, aun en el extranjero, y se dio el caso de misteriosos fallecimientos por envenenamientos, crí­menes que el Presidente ordenaba previniendo así­ nuevas revoluciones.