De santo, sólo el nombre


La población de las ciudades cercanas o próximas a los puertos marí­timos soporta el funcionamiento de bares, cantinas y zonas de comercio sexual. Suele creerse que este tipo de servicios es para complacer a los sedientos y ansiosos marinos, que luego de semanas o meses de navegar en alta mar, cuando llegan a puerto y gozan de licencia para bajar de la embarcación, salen para conocer las ciudades en busca de diversión y entretenimiento que les ayude a saciar sus deseos reprimidos por tanto tiempo. También es común pensar que la prostitución es ejercida por personas mayores de edad, quienes han optado por esa forma de generar ingresos, de ahí­ que se les llame trabajadoras del sexo. En la mayorí­a de ciudades-puerto del mundo, es común encontrar todo tipo de servicios y espectáculos de esta naturaleza.

Factor Méndez Doninelli

En Guatemala las ciudades de Santo Tomás de Castilla, Puerto Barrios y San José no son la excepción. En estos lugares los marinos, los turistas extranjeros de los cruceros y los turistas nacionales, encuentran con facilidad todo tipo de servicios sexuales para satisfacer fantasí­as y gustos hetero y homosexuales, así­ como cualquier perversión imaginable. Por ejemplo, es sabido que en Santo Tomás de Castilla y en Puerto Quetzal es común que los marinos son trasladados hacia Puerto Barrios y San José en «tour» sexual.

Uno puede pensar que como este tipo de servicios es parte de «la profesión más antigua del mundo» y que cada quien es libre de hacer con su cuerpo un candelero, entonces todo es normal; además, si a esto se agrega que esos negocios están debidamente autorizados y tolerados, no queda otra que aguantarlos. No obstante, en las ciudades-puerto de Guatemala citadas y con seguridad en otras del mundo, está ocurriendo una situación en extremo grave, que atenta contra los derechos, la seguridad e integridad de las personas menores de edad. Niñas, niños y adolescentes de ambos sexos son ví­ctimas de trata, prostitución y pornografí­a.

Se sabe que en el puerto de San José, además de los centros de tolerancia legalizados hay lugares cerrados, clandestinos les llaman algunos, donde niñas y adolescentes son sometidas al comercio sexual. A esos lugares acuden nacionales y extranjeros, también son frecuentados por ejecutivos de empresas coreanas maquiladoras que operan en Guatemala. Por eso, no extraña que el paí­s sea visto como destino de turismo sexual infantil. Esta grave situación, tiene otras variables capaces de ponerle los cabellos de punta a cualquiera; la primera ocurre en los centros de educación primaria, públicos y privados donde los varones de grados superiores, abusan sexualmente de niños de pequeña edad, hechos que son del conocimiento de docentes, padres de familia y autoridades, y que sin embargo, persisten.

La segunda variable sucede en los establecimientos de educación secundaria en donde los estudiantes varones, abusan sexualmente de las estudiantes adolescentes y acostumbran a comerciar a sus compañeras para que adultos satisfagan sus deseos sexuales. Por último, la tercera variable, quizás la más aberrante de todas, es que los propios padres de las adolescentes las ofrecen y prostituyen a cambio de dinero; es decir, hay padres de familia que son proxenetas de sus propias hijas y a lo mejor hasta mantienen con ellas relaciones incestuosas.

Las situaciones descritas son del conocimiento de autoridades de Gobernación y de las Juntas locales de seguridad, que trabajan para prevenir y combatir esta violación a los derechos de la niñez y adolescencia.

P.S. Agradezco a amigas y amigos de Europa, Canadá, Centroamérica, Estados Unidos y Guatemala las felicitaciones recibidas por la publicación de esta columna.