Empieza otro verano caliente para centros europeos de consumidores


Dos imágenes que representan el verano del hemisferio norte. A la izquierda, un oso polar en el Zoológico de Japón mordiendo un trozo de hielo para paliar el calor. A la derecha, los tradicionales girasoles de Alemania, que surgen en estas épocas de altas temperaturas.

El verano ya promete ser una vez más movido para los centros de consumidores de los 27 paí­ses de la Unión Europea (UE), a menudo el último recurso para turistas con problemas en sus viajes de vacaciones, en plena temporada alta en el Viejo Continente.


Los centros de consumidores, que también existen en Noruega e Islandia, recibieron la misión de la Comisión Europea de asistir a los ciudadanos para resolver en forma amistosa litigios transfronterizos.

Los litigios concernientes a las vacaciones llegan en forma regular a los centros europeos de consumidores a lo largo de todo el año, pero tienen su apogeo en septiembre, cuando se acumulan los problemas sufridos por los turistas que han viajado en agosto, el tradicional mes de descanso en Europa.

«Compré un billete de avión en una compañí­a y me dicen en el embarque que el «vuelo está cerrado»», se lamenta por teléfono desde un aeropuerto parisino un turista que llama al centro europeo Francia en busca de ayuda.

Una jurista de ese centro, Elphí¨ge Tignel, lo escucha con atención y se da cuenta que el turista no fue advertido de que su fila de espera concerní­a varios destinos y que el plazo lí­mite de embarque para su vuelo fue superado cuando finalmente llegó al mostrador.

«Es un litigio «transfronterizo» porque se trata de una compañí­a de bajo costo británica y entonces podemos tomarlo en cuenta», le explica la jurista al desesperado turista.

El centro ha facilitado recientemente el reembolso de 245 euros en concepto de productos de primera necesidad comprados por un pasajero italiano de Air France cuyas maletas se habí­an perdido.

En cambio, tres familias estonias procedentes de Miami sin sus equipajes, perdidos en Parí­s y recuperados una semana más tarde, todaví­a esperan ser reembolsadas.

Los problemas son múltiples, por ejemplo con los contratos de los denominados «tiempos compartidos», la hotelerí­a, los transportes aéreos, los alquileres de propiedades, los cruceros.

En el caso de los «tiempos compartidos», la jurista del centro Francia espera mucho de un proyecto de ley europea en el que se incluirí­an los alquileres de casas rodantes y barcos «que escapan a la legislación actual» y son motivo de un vací­o legal en cuanto surge algún diferendo entre las partes.

Martine Mérigeau, directora de Euro-Info-Consumidores que alberga los centros francés y alemán, lamenta la poca cantidad de mediadores notificados por Francia a la Comisión Europea, unos 20, comparados con los cerca de 200 de Alemania, un paí­s con una gran tradición de protección del cliente.

Se trata de mediadores en los servicios públicos (correo, trenes, compañí­as eléctricas, aseguradoras), aunque según Merigeau se necesitarí­an muchos más «para poder disponer de un interlocutor privilegiado por actividad».

«Actualmente estamos en contacto con los tres grandes compañí­as de alquileres de vehí­culos para establecer un mediador», precisó esta responsable, haciendo referencia a «numerosos litigios» en ese sector.

En todo caso, los centros de consumidores son hoy en dí­a verdaderos «observatorios», ya que ayudan a determinar en qué sectores podrí­an requerirse nuevas reglamentaciones europeas, subrayó Mérigeau.

El portal internet www.europe-consommateurs.eu propone un formulario tipo para todos los litigios y un panorama actualizado de los derechos, ya sea en cuestiones de salud, transporte aéreo y comercio electrónico, entre otras áreas.

BOMBAS


La depredación de áreas húmedas, como pantanos o ciénagas, puede convertirlas en «bombas de carbono» que acelerarí­an el calentamiento del planeta, según cientí­ficos reunidos en Brasil.

Las áreas húmedas acumulan cerca de 771 mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero, lo que equivale a casi todo el carbono existente en la atmósfera, según académicos de 28 paí­ses reunidos en Cuiabá, en el centro oeste de Brasil.

La devastación de esas zonas liberarí­a los gases y acelerarí­a el calentamiento global, dijo Paulo Teixeira, copresidente de la Conferencia Internacional sobre Tierras Húmedas clausurada ayer tras cinco jornadas de debates.

«Para ilustrar sobre la gravedad del problema, en la conferencia se habló de que arrasar las áreas húmedas serí­a convertirlas en bombas de carbono», dijo telefónicamente Teixeira.

Areas húmedas, entre ellas pantanos, ciénagas, tundras, lagunas, manglares o tajamares, cubren el 6% de la superficie del planeta. Producen el 25% de los alimentos y agua pura del mundo, preservan reservas acuí­feras y actúan como barrera contra las tormentas e inundaciones costeras, se señaló en la conferencia.

Su riqueza ecológica está jaqueada por el avance de la agricultura, las crecientes demandas de hidrolectricidad, la incesante urbanización y la falta de atención de los gobiernos, según informes de la reunión en la que participaron 700 cientí­ficos

La conferencia fue organizada por la Universidad de las Naciones Unidas, un centro de estudios de la ONU con sede en Tokio, y la Universidad Federal del estado brasileño de Mato Grosso do Sul.

En su declaración final la conferencia lamentó «las inadecuadas polí­ticas de desarrollo, la falta de aplicación de leyes ya existentes y la carencia de planes a largo plazo para cuidar las áreas húmedas que existen tanto en tierras públicas como en áreas privadas».

Asimismo, se consideró «inaceptable» la falta de conocimientos básicos sobre las áreas húmedas y se reclamó a los gobiernos emplear todos los medios tecnológicos posibles para hacer un inventario preciso sobre esas áreas.

Para los cientí­ficos, existió durante décadas un gran prejuicio contra esas zonas debido a que, por ejemplo, pantanos o ciénagas, suelen ser un habitat maloliente o plagado de insectos.

Empero «mantener intactas esas zonas contendrá el impacto del cambio climático mundial a través del ciclo del agua, protegerá la biodiversidad y reducirá los impactos sociales, económicos y ecológicos negativos», dice el documento.

En algunos paí­ses, esa devastación provoca desplazamiento de poblaciones. En Sudáfrica, de proseguir el resecamiento de zonas húmedas, entre 1 y 2 millones de pobres emigrarán a las ciudades lo que generará mayores demandas de empleo y vivienda, según un estudio presentado en la conferencia.

Teixeira dijo que la preocupación por preservar las selvas tropicales opacó la importancia de las áreas húmedas. «Sin embargo, el potencial de servicios ecológicos -como suministro de agua- es siete veces mayor en las áreas húmedas que en las selvas», señaló.

Asimismo advirtió que a largo plazo el drenaje de zonas húmedas para proyectos económicos provoca gastos mayores. A modo de ejemplo, indicó que Estados Unidos está gastando 8 mil millones de dólares para compensar los perjuicios causados por la desecación de pantanos en el estado de Florida en los años 40 del siglo pasado.