El primer ministro británico, Gordon Brown, fragilizado por unas cuotas de popularidad bajo mínimos, se enfrenta hoy a una prueba crucial para su futuro político, con la celebración de unos comicios locales en Glasgow Este (Escocia).
Los electores de una de las circunscripciones más pobres del país, votaba para elegir a su nuevo diputado, en unas legislativas parciales que podrían ser determinantes para el futuro de Brown.
Circunscripción urbana azotada por una alta tasa de paro y una miseria social aguda, Glasgow Est es, a priori, uno de los bastiones laboristas más seguros.
Sin embargo, en un contexto espinoso para el líder laborista, tras una serie de reveses electorales, la sorpresa no queda excluida.
Los últimos sondeos todavía acordaban cierto margen al partido laborista, que en 2005 ganó las elecciones en el distrito con 13.507 votos de más. Pero el partido independentista escocés SNP, en el poder en el parlamento regional escocés, está al acecho. Los primeros resultados se esperan hoy por la noche.
Mientras que Brown sigue batiendo récords de impopularidad, su partido ha acumulado reveses electorales durante los últimos meses. A principios de mayo, en las elecciones locales, registró su peor derrota en 40 años.
El partido conservador le quitó uno de sus escaños más sólidos en las legislativas parciales de Crewe (noroeste), antes de humillarle relegándole a la quinta posición, tras el minúsculo partido de extrema derecha BNP, en las de Henley (centro).
El primer ministro y su entorno imputaron estas derrotas a la desaceleración económica y a la crisis financiera mundial, sobre un fondo de inflación en alza y de precipitación inmobiliaria.
Pero la personalidad del jefe del gobierno también ha sido señalada con el dedo. Un sondeo que apareció a finales de junio, en el primer aniversario de su llegada a Downing Street, mostró que el 61% de los británicos consideran a Brown como un «handicap electoral» para su partido.
Casi en su tierra -nació y se crió en las afueras de Glasgow-, Brown no puede permitirse otro paso en falso. Cualquier resultado diferente a un gran éxito será considerado como un fracaso personal. La opción de su dimisión volverá a estar sobre el mesa en caso de que sea derrotado.
El primer ministro se quedó, oportunamente, alejado de estas legislativas parciales. El jefe del SNP, Alex Salmond, adoptó la estrategia contraria. Jugando con su popularidad de primer ministro escocés, ha recorrido las calles de Glasgow para apoyar a su candidato.
Un sondeo realizado por el Scottish Daily Mail daba este fin de semana como ganador al partido laborista con el 52% de las intenciones de voto, frente al 35% del SNP. Pero aun así, esto representa una caída de 11 puntos para los laboristas respecto a las elecciones de 2005 y una alza de 18 puntos para el SNP.
El SNP ya avanzó al Partido Laborista en las elecciones regionales de 2007 para convertirse en el primer partido representado en el parlamento escocés. Salmond consideró que los dos partidos estaban «codo con codo» en Glasgow Est, y en guardia contra el «sismo político».
Reformada tras las elecciones de 2005, esta circunscripción es una de las más desfavorecidas de Gran Bretaña. La esperanza de vida para los hombres es de 68 años, 63 en algunas zonas, frente a la media nacional de 76,9 años. Para las mujeres es de 74, a diferencia de los 81,3 en el resto del país.
Las tasas de paro son del 10% para los hombres y del 25% para las mujeres, muy por encima de la media general (5,2%). La falta de infraestructuras de sanidad y alojamiento es evidente.
Por lo tanto, las inquietudes, en el plano local, sobre la seguridad y el cierre de las oficinas de correos, o a nivel nacional, sobre la reforma de las pensiones, el impuesto inmobiliario o el aumento de la factura energética, animaron la campaña durante los últimos días.