El genio de Herbert von Karajan (v)


En nuestra columna de este viernes, arribamos al final de los artí­culos que hemos dedicado a ese inmenso director de orquesta del siglo XX: Herbert von Karajan, quien en 2008 conmemoró sus primeros cien años de nacimiento. Debemos tomar en cuenta que la belleza de la música dirigida por Karajan es una mañana que se instala en la sonrisa de Casiopea, esposa amada y se asoma en sus ojos de miel como espuma en destello y luminaria.

Celso Lara

Diremos, pues, finalmente que pese a las acusaciones que se le lanzaban tal como lo vimos en la columna pasada, sobre su unión a los nazis, von Karajan cuando hablaba de la expresión musical decí­a que dependí­a del estado emocional del compositor, la digresión lo llevó a mencionar el psicoanálisis y a Carl Jung, a quien admiraba, señalando que, para comprender la razón fundamental del complejo que crea un problema, es necesario revivir emocionalmente los acontecimientos inconscientes. Es difí­cil -dijo von Karajan- el hombre se mantiene alerta contra el intruso; pero si logra hacerlo lo domina.

Comenzó a actuar como director invitado en Estocolmo y en Amsterdam y en junio de 1937 dirigió por primera vez en la í“pera de Viena Tristán e Isolda de Ricardo Wagner.

Después de la función le fue ofrecido el cargo de Asistente de dirección pero no aceptó ya que no consideraba estar en el segundo o tercer peldaño. (Era joven aún, no habí­a cumplido 30 años) pero él así­ lo veí­a.

Como él mismo decí­a, controlaba la vida musical de Aachen, obtení­a el concurso de talentos que vení­an de otros sitios y Viena no era su única oferta. También tuvo dos propuestas de Berlí­n. Una de ellas, de la Filarmónica para dirigir un concierto en calidad de director invitado. Von Karajan rechazó la tentadora oferta porque no le garantizaba tiempo para ensayar; la otra llamada fue de la í“pera del Estado de Berlí­n, la cual dirigió.

Mi programa como director invitado -dijo von Barajan- era frondoso; también realizaba algunos trabajos para la radiofoní­a y luego en Berlí­n realicé una nueva puesta en escena de La flauta mágica de Mozart.

Causó sensación. Fue un momento peligroso de mi vida. Los acontecimientos se sucedí­an con demasiada rapidez; tení­a mucho éxito y eso me causaba cierta aprensión. Porque donde fuera causaba sensación, la gente decí­a que nunca habí­an visto nada igual. Esto contraponí­a a los restantes directores a mí­.

Las presiones hicieron mella en von Karajan. Esto le quitaba mayor concentración, lo fatigaba y no podí­a expresarse conforme a sus deseos.

Pasó mucho tiempo para superar el problema de la falta de concentración. Un dí­a entró a una librerí­a y encontró el libro Yoga explicado. Lo compró y el siguiente dí­a empezó a hacer los ejercicios y desde ese tiempo jamás dejó de practicarlos.

A von Karajan siempre se le admiró porque cuando subí­a al podio y realizaba los movimientos que llevaba a cabo con los ojos cerrados constituí­a una experiencia mí­stica.

Por algo habí­a entrenado sus manos durante 30 años, las que moví­a con independencia de sus sentimientos.

Una cosa es participar del verdadero significado de la música decí­a von Barajan, debe hacerse, una y otra vez, hasta que uno olvida que las manos son las que dirigen. Mientras tanto si un cantante comete un error, uno lo puede corregir.

Unas palabras finales: queremos agregar que Herbert von Karajan ha sido uno de los más grandes directores de la música occidental, de enorme reconocimiento mundial y pese a que ya no se encuentra entre todos aquellos que amamos la música, siempre se le ha de recordar a través de todo ese ensamble moderno que la tecnologí­a usa actualmente como los discos compactos, los DVD y en los nuevos «Blue Ray».