Vencen la oscuridad con colores


Walter Lovo dibuja durante una sesión para no videntes en el Estudio Tonatiuh, en San Salvador. La frase de estos pintores es

Bajo la consigna «mirando con el alma y pintando con los dedos», un grupo de ciegos instruidos por un maestro vencen la discapacidad y dan vida a la escuela de pintura y dibujo Tonatiuh, en una comunidad de la periferia de San Salvador.


José Alfaro Zelada es uno de los 18 pintores del Estudio Tonatiuh.

Impactado por la discapacidad de los no videntes, el maestro de Arte Jorge Alberto Garcí­a (Joalgar), de 51 años, relató que comenzó en 1998 a estudiar un método que luego a partir de 2001 le permitió establecer la escuela con recursos limitados.

Joalgar dice que el método comenzó con distribuir en una mesa los colores: para la mano derecha asignó los primarios como el azul y el rojo y para la izquierda los secundarios como el violeta y el naranja más las tonalidades de blancos y negros.

En un principio Joalgar fue tildado de «loco» por sus colegas, pero ahora dice tener el orgullo de acumular varios premios latinoamericanos con los once miembros de la Escuela de Pintores Ciegos Tonatiuh (Dios del Sol de los Aztecas).

«Como artista me enorgullece y me compromete más para ayudar a ellos (los ciegos) para ir haciendo mejores detalles, mejor forma y colorido», enfatizó Joalgar.

Mientras pintaba un impresionante ocaso, José Alfaro Zelada (JOAZ), de 42 años, comentó: «aquí­ estamos muy animados y sin miedo a la locura».

Otro de los miembros de Tonatiuh es Walter Lovo (38), un amante de pintar paisajes, quien recordó que a sus 16 años sufrió un accidente laboral pero en su mente quedaron grabadas imágenes de la naturaleza que ahora puede recrear en sus obras.

«Yo participé en el 2005 en una galerí­a que se instaló en Guatemala y mi sorpresa fue muy grande porque se me otorgó un premio único dedicado a la destreza y creatividad otorgado por la fundación Rozas Botrán», aseguró Lovo.

«El pintar nos hace expresar lo que llevamos dentro y nos ayuda a encontrarnos a nosotros mismos y nos hace compartir con los que ven lo que nosotros sentimos y pensamos», comentó Mariano Velásquez (52), un ex combatiente de la ex guerrilla salvadoreña.

Velásquez perdió la visión en el marco de la guerra civil (1980-1992), tras ser alcanzado por la onda expansiva de la explosión de una de las bombas de 500 libras lanzadas desde aviones en 1986 en las estribaciones del cerro Guazapa, 24 km al norte de San Salvador.

Además de pintores, Velásquez y Lovo son maestros de computación en la Asociación de Ciegos de El Salvador, ubicada en el centro norte de San Salvador.

Con un software titulado «Jaws» que opera con el sonido del teclado y con impresión en el sistema Braille (sistema de lectura y escritura táctil), los maestros no videntes dicen estar «satisfechos» de ayudar a otros a operar computadoras.

La Asociación de Ciegos también dispone de una escuela de masajes relajantes.

Para el maestro fundador de Tonatiuh, los ciegos «han vencido la falta de visión con imaginación, con un impresionante desarrollo del tacto y ahora son personas sin miedo a la pintura, sin miedo a dibujar y lo mejor es que la mayorí­a de ellos son maestros de computación».