Guillermo Paz Cárcamo: La visión encomendera de la «Conquista»


Eduardo Blandón

Guillermo Paz Cárcamo ya no es novedad en el ámbito de los estudios crí­ticos de la historia nacional. Desde su Chwa Nima ab»í¤j, (Mixco Viejo), publicado en el 2004, pasando por La Máscara de Tekum (Ri Uk»oj Tekum), en el 2006, hasta su último libro para niños Episodios de la Nación Kaqchikel, en el presente año 2008, el escritor guatemalteco ha hecho alarde de ser un intelectual meticuloso, imaginativo, crí­tico y especialmente serio a la hora de abordar el contenido de sus temas. Tales méritos permiten situar a Guillermo, en lo que a historia reciente se refiere, en un autor imprescindible para barruntar los hechos del pasado y desmitificar y transformar en profano lo que intelectualmente toca.


Es desde esta vocación de iconoclasta que Guillermo Paz Cárcamo hace una revisión crí­tica de la obra de Ruud van Akkeren titulada «Visión indí­gena de la Conquista», con el aparente deseo, según se deduce en el libro, de mostrar no sólo los descuidos de van Akkeren en su actividad de cientí­fico de la historia, sino su inexplicable falta de aplicación metodológica en lo que a fundamentos epistemológicos se refiere.

En esencia, Guillermo Paz se sorprende por un trabajo en que lo propio es la especulación, la ficción, el ensueño y las frecuentes teorí­as pocas veces confirmadas. Un trabajo así­, afirma, lejos de ofrecer certezas produce dudas en el espí­ritu humano. Por lo que es absurdo, dice, que en un trabajo de esta naturaleza abunden, por ejemplo, los «parece ser», «al parecer», «parece haber tenido», «podrí­a haber sido», «muy probablemente», etc.

«El problema del tratamiento de los datos de esta manera, es que el autor sólo pone su particular interpretación del vací­o encontrado en el dato y no las posibilidades de otra interpretación, incluso la contraria, que también pueden explicar o darle sentido al vací­o. Esta manera de superar el vací­o del dato histórico, en buena medida determina, para el lector, que lo interpretado por historiador, es valedero, o, es la «verdad»».

Pero las dudas, indica Cárcamo, son sospechosas. Estamos más que ante una duda ingenua que no encuentra razones suficientes para determinarse, ante una duda de tipo «Cartesiana», metódica, en la que la ficción y la aparente desconfianza conducen (como en «Cartesius») al puerto que interesa. El libro, pues, debe tomarse con precaución, indica Cárcamo, porque sus afirmaciones están falseadas por intereses que, dicho sea de paso, el mismo holandés tampoco intenta ocultar.

¿Puede reputarse, entonces, como cientí­fico un trabajo en el que no es el amor a la verdad su fin último? ¿Es ético, retorcer los acontecimientos históricos, para concluir en lo que se quiere? Paz Cárcamo lo niega rotundamente y se muestra atónito frente al aval de la cooperación internacional para la publicación del libro.

«Aunque, Abusus non tollit usum (el abuso no invalida el uso) también, sin ninguna duda, se puede afirmar que el abuso de este recurso discursivo, retórico y casuí­sticamente interpretativo, lleva a distorsionar la naturaleza de los datos y por consiguiente de los hechos aludidos; crea en el lector incauto, inexperto, o neófito (…), una impresión, una atmósfera de veracidad, cuando en realidad el discurso se levanta sobre los andamios de palabras y frases dubitativas, sin certeza, sin evidencia inobjetable, utilizando un lenguaje equí­voco, que finalmente «justifica» y da la sensación de veracidad a conclusiones cuyas premisas son, al menos, especulaciones imaginarias del autor».

La «Visión indí­gena de la Conquista» no es, por lo tanto, según se deduce del libro, la revisión histórica desde la óptica indí­gena, sino desde la mirada europea del autor. Es la proyección de la realidad que existe en la imaginación de van Akkeren en la que cabe todo: el otro es una construcción, Tekum es un héroe y hay tí­tulos a la carta.

«El tí­tulo del libro, es engañoso para el lector e incongruente con la interpretación de la historia desarrollada a lo largo sus páginas. Aunque sea una improcedencia decirlo, tendrí­a coherencia haberlo titulado: «La visión de Ruud Van Akkeren de la conquista»; u «Otra visión europea de la conquista»; o inocuamente «Otra visión de la conquista»; o, simplemente «Visión de la conquista», que la «Visión indí­gena de la conquista».

El libro de van Akkeren, afirma Paz, más parece un texto propio de la literatura en la que la ficción es legí­tima por la naturaleza del género, que una obra de carácter histórico-cientí­fico. No otra cosa se puede inferir de la abundancia de pseudo evidencias inventadas para aderezar «su» historia.

Tantos deslices cientí­ficos en la obra de van Akkeren no hacen sino sorprender por el silencio de la intelectualidad indí­gena. ¿Es que una obra así­ puede dejar impertérrito y calmado a esos grupos? ¿Ya no hay nada que los mueva o conmueva? Me sorprende que en Guatemala haya extranjeros haciendo de hermeneutas autorizados e infalibles y que la masa pensante y crí­tica haga votos de silencio. Peor aún, cuando se trata de un libro como este, escrito por un europeo, con la pretensión de interpretar la historia con ojos indí­genas.

El trabajo de Guillermo Paz es valioso porque ante tanto silencio que puede interpretarse como aprobatorio, existe el esfuerzo por hacer brillar el esplendor de la verdad. No se trata de una refutación xenofóbica o caprichosa, ociosa o con pretensiones de notoriedad, sino el compromiso por la verdad y el rechazo a la impostura. Por otra parte, la publicación debe situarse en su justa dimensión. Todo trabajo cientí­fico (que es así­ la aspiración de la obra de van Akkeren) está expuesto a la crí­tica y dicha actividad -desde la perspectiva poppereana- debe poder falsearse (la famosa falsabilidad) con el propósito noble de demoler las falsas teorí­as y arribar, si no a la verdad, a lo más verosí­mil de los hechos.

Como dirí­a el mismo Popper:

«Una teorí­a es verdadera si podemos desarrollar las condiciones en las cuales podrí­a ser contradicha por los hechos empí­ricos, sin que esa posible contradicción se produzca de hecho. Dicho en terminologí­a popperiana, una teorí­a es cientí­fica y contiene información verdadera sobre el mundo, cuando siendo «falsable» no es «falsada», esto es, cuando es capaz de deducir a partir de sus principios explicativos predicciones empí­ricas que no se ven refutadas por los hechos.»

El libro puede adquirirlo en editorial Cholsamaj.