Quienes aspiran a presidir el Congreso deben comprometerse en la ví­spera


El nombre del diputado Roberto Alejos Cámbara se menciona entre los parlamentarios que aspiran a dirigir el Congreso de la República.

Aunque faltan tres meses para poder llevar a cabo la elección de la nueva Junta Directiva para el periodo legislativo 2009-2010, no es un secreto que a lo interno del Organismo Legislativo es permanente la búsqueda de acuerdos para la integración del órgano rector al tiempo que se plantea la posibilidad de reformas a la Ley de Régimen Interior para transparentar el manejo del parlamento.


Los operadores polí­ticos que encumbraron al doctor Eduardo Meyer al frente del Congreso de la República habí­an diseñado una estrategia para que el galeno fuera reelecto el año entrante. Sin embargo, el desví­o millonario de fondos del Legislativo por Q82.8 millones a una Casa de Bolsa truncó los sueños de Meyer, quien esperaba cerrar con broche de oro su carrera como servidor público. La semana pasada anunció que en agosto «retornarí­a más limpio que nunca», pero, aunque el juez pesquisidor y la Corte Suprema lo eximan, el estigma que pende sobre su cabeza lo habrá liquidado polí­ticamente.

El tsunami polí­tico o Guayo Gate como se califica -a lo interno del Congreso- el jineteo de fondos públicos ha calado de tal manera que el discurso por la transparencia es utilizado por los diputados con más vehemencia en estos dí­as.

Aun cuando se trata de una elección interna, no se ha exigido a quienes aspiran a dirigir este alto Organismo del Estado a comprometerse públicamente en la ví­spera con la definición de polí­ticas que garanticen, por un lado, la probidad y el uso adecuado de los recursos con transparencia, equidad y sin favoritismo polí­tico y, por otro, la agilización del trabajo legislativo, respetando a las minorí­as y velando porque las comisiones realmente trabajen.

En ese contexto, La Hora Polí­tica iniciará una serie de entrevistas entre quienes se empiezan a perfilar como candidatos a presidir este alto Organismo del Estado y a interlocutores de la sociedad civil para que definan el perfil de quiénes deben conformar la próxima Junta Directiva, desde quien la preside, pasando por las tres vicepresidencias hasta llegar a las cinco secretarí­as.

El ejercicio podrí­a coadyuvar a una mejor elección. La reingenierí­a que muchos afirman urge implementar en el Congreso para acabar con la anarquí­a que tocó fondo con la gestión del doctor Meyer debe empezar con la escogencia de los mejores hombres y mujeres al frente de ese poder.

Roberto Alejos:

Necesitamos un presidente negociador, pací­fico y que respete a las minorí­as

Pregunta: En corrillos parlamentarios se comentan los nombres de algunos posibles candidatos a ocupar la Presidencia de este alto Organismo del Estado y lo incluyen a usted

Respuesta: Algunos diputados me han hablado en relación a mi posible candidatura y les he dicho que es muy prematuro estar hablando de la Presidencia del Congreso, hay mucho trabajo que realizar, creo que el Congreso está pasando por una etapa donde las distintas bancadas tenemos un trabajo de cohesión, de unión, en donde tomemos la decisión de no hacer leña del árbol caí­do. Cada vez que hay un problema en el Congreso las mismas bancadas aprovechamos la oportunidad de hacer protagonismo lo cual no es correcto porque el desprestigio del Congreso es desprestigio para nosotros mismos. Antes de estar pensando en quién preside el Congreso deberí­amos estar pensando en cómo hacer una institución fuerte, sólida, transparente, ágil y realmente representativa de la sociedad sin importar quien la dirija.

Pregunta: A su criterio ¿cuál debe ser el perfil del próximo presidente del Congreso?

Respuesta: Necesitamos un Presidente negociador, pací­fico, que piense en que todos los diputados tenemos los mismos derechos. Los diputados respetamos a la población, tenemos que abrir las puertas para que esa población tenga acceso a todos los diputados y a las iniciativas de ley que se trabajen.

Debe ser un Presidente que no choque con ningún partido polí­tico, con ningún sector de la sociedad y sobre todo que mantenga una armoní­a de trabajo en base a una agenda legislativa.

Pregunta: De no ser usted ¿quién le gustarí­a que presidiera?

Respuesta: Yo creo que hay varios diputados que podrí­an dirigir este Congreso, me inclino por gente nueva, por algunos diputados que están empezando esta legislatura aunque no tengan experiencia, sin embargo, también tengo mucha confianza, por ejemplo, en que el diputado Arí­stides Crespo, un hombre de mucha experiencia, con mucho tiempo en el Congreso va a hacer un buen trabajo, muy limpio, transparente a lo interno y externo del Congreso, lo cual podrí­a demostrarnos la conveniencia de contar con un presidente de las minorí­as, un presidente de un partido que no tenga ambiciones presidenciales para que no se mezcle una situación con la otra, es decir, la campaña polí­tica con el quehacer legislativo.

Pregunta: ¿Podrí­a pensarse entonces que el diputado Arí­stides Crespo es el candidato ideal?

Respuesta: Yo no me atreverí­a a dar nombres, sí­ me atrevo a hablar bien del actual Presidente en funciones, creo que va a hacer un buen papel y creo que la figura de un presidente de un partido mediano, con experiencia puede ser útil, pero también creo que un diputado de un partido grande, siempre y cuando sea negociador y no quiera sacar provecho para las futuras campañas polí­ticas, también puede ser bueno. Lo importante, repito, es alguien que pueda cohesionar a todas las bancadas para encontrar un punto de convergencia, un punto en común que se llama Congreso de la República, representante y representativo de la población, de las grandes mayorí­as.

Pregunta: Entonces serí­a alguien que prestigie esta institución

Respuesta: Claro, aquí­ solo hay una manera de prestigiar el Congreso y se llama trabajo y trabajo.

Pregunta: ¿Esa agenda legislativa debe priorizar el bien común?

Respuesta: Tiene que ser enfocada hacia el bien común o de lo contrario vamos a seguir manteniendo la mala imagen del Congreso, en donde se habla que una agenda legislativa que beneficia a unos pocos o a los mismos partidos polí­ticos. Debe ser una agenda que marque la diferencia, una agenda que debe trabajarse desde ahora y a partir del regreso del receso parlamentario deben aparecer las primeras iniciativas de ley que fortalezcan eso.

«Sólo hay una manera de prestigiar el Congreso, se llama trabajo y trabajo».

Diputado Roberto Alejos.