Juan Garvaldo
í‰ste fue un tren pequeño que corrió por las calles y avenidas de la ciudad de Guatemala. Y fue introducido a fines del siglo XIX.
En la época del presidente General José María Reyna Barrios se rebajó el terreno elevado en el Boquerón, desde la Calle Real de la Libertad, actual Avenida Bolívar, hasta las inmediaciones del Guarda Viejo. Al realizar la nivelación del terreno desaparecieron las ondulaciones del camino, lo que permitió tender rieles para carros del Tranvía y para un tren Decauville o Ferrocarril Urbano, pero lamentablemente esta última empresa no tuvo éxito, siendo suprimida al poco tiempo, como ya se indicó en repetidas oportunidades.
En el año de 1898 el señor Francisco Aguirre recibió la concesión del gobierno relativo a la operación, conservación, explotación y prolongación de la línea férrea Decauville.
Las máquinas eran accionadas con petróleo, el cual era comprado a La International Railways of Cental América (I.R.C.A.). Su antigua estación era una enorme galera que estaba frente a La Penitenciaría Central.
La primera línea del Decauville fue construida entre la capital y la villa de Guadalupe en 1898. Siendo el presidente Manuel Estrada Cabrera el primer pasajero y algunos invitados quienes la inauguraron, haciendo el primer recorrido.
Francisco Aguirre mantuvo el trencito en su poder muy poco tiempo, ya que el 4 de junio de 1900 vendió sus derechos como concesionario a la señora Petrona Godoy.
En 1901 la locomotora del Decauville recorrió muchas veces entre la estación de la penitenciaría y el Hipódromo del Norte
El Director General de obras públicas J.G. López Andrade, informó que en 1904 se hicieron los mejores esfuerzos para mantener en buen estado la locomotora y los carros de La Línea Nacional del Decauville.
Este tren fue utilizado diariamente para el servicio de pasajeros entre La Villa de Guadalupe y la capital. Además ocasionalmente fue utilizado el Decauville para transportar materiales para las obras del gobierno como; el asilo Estrada Cabrera, Avenida del Campo de Marte y Hospital Militar. El Decauville también transportó a maestras y alumnas del Hospicio Nacional en viajes de Recreo a la Villa de Guadalupe.
En 1908 Ricardo Sánchez firmó un nuevo contrato comprometiéndose a prolongar el servicio de Decauville hacía el sector sur de la ciudad conocido como Pamplona. Pero nuevamente en 1916 presentó otra nota a Estrada Cabrera, en la que indicaba que debido a las dificultades económicas a las que se enfrentaba, el alto costo de los combustibles y el escaso tráfico de personas, había suspendido el servicio del Decauville. En ese mismo año los señores Richard Ivey y H.R. Wheeler propusieron un contrato para operar el servicio de Decauville entre la capital y La Villa de Guadalupe. Estos pretendían derecho exclusivo y gratuito para operar el Decauville por 25 años, solicitando también importación de maquinaria y equipo libre de impuestos. El gobierno rechazó dicha propuesta por considerarla gravosa a los intereses de la nacional Ferrocarril Urbano o «Decauville», vehículo privilegiado para la tarea de acarreo de escombros, fue utilizado por el gobierno para retirar el ripio de la capital, motivado por la emergencia provocada con los terremotos de 1917-18. Las autoridades consideraron oportuno el uso de este ferrocarril de trocha angosta, para la limpieza de la ciudad. El 22 de enero de 1919, el teniente coronel Eduardo Anguiano en calidad de Gerente de la empresa nacional de descombración, presentaba a Manuel Estrada Cabrera un plan operativo para proceder a la descombración de la capital. Anguiano consideraba viable para lograr su objetivo, que se tendieran líneas del Ferrocarril Urbano o Decauville alrededor del centro de la ciudad.
Una primera línea que corriera sobre la 12 avenida hacía el norte, hasta las faldas del cerro del Carmen; una segunda que comunicaría ésta con la parte alta de la ciudad cogiendo desde el Cerro hacía el poniente, hasta la tercera avenida norte y sur, para finalmente empalmar en la 18 calle, y posteriormente dirigir los restos de los edificios y casas hasta el barranco de la 12 avenida sur.
Lamentablemente de este trencito no quedó mas que él recuerdo ya que hasta las fotografías que dieran a conocer a los patojos de hoy de su forma son muy escasas, y nosotros en diario La Hora y él Suplemento Cultural nos hemos dado a la tarea de rescatar todo lo relacionado a nuestro legado histórico, lamentablemente mucho de ello ya perdido.