El éxito es una montaña a cuyo pie muchos se detienen y no continúan; yo, equipado con ilusión y esfuerzo, emprendo la marcha hacia la gloria.
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Sé que algunas veces desmayo y hasta caigo, al igual que todos los que buscan llegar muy alto; pero, no me quedo en el suelo, ni desmayo en el camino, sino que me levanto con mayor fuerza.
A diferencia de varios que confunden la comodidad de una meseta con el descanso de la cumbre, yo alejo de mí cualquier conformismo que me distancie de la cumbre de mis sueños.
Y llego solitario a la cima, con el rumor del viento, como bienvenida; los latidos de mi corazón como aplausos y las flores silvestres como medallas.
Entonces, es el momento de arrodillarme, de llorar, y de reír; y de enviarle a Dios en oración mi gratitud.