Continuamos en la columna Temas Musicales de este viernes con esa gran figura de la dirección orquestal como lo fue Herbert von Karajan. Estas líneas, como siempre, van dedicadas a Casiopea adorada y amorosa, multiforme hoguera, multiplicada en el sonido más auténtico de mis pupilas, infinita rosa perfumando mis párpados apenas, patria de azúcar y mar ancestral.
El destacado joven Karajan tomaba lecciones de piano con el profesor Hofmann. Después de tres meses, Hofmann le dijo que poseía un sentimiento y una imaginación para el sonido que no se verían satisfechos a menos que poseyera ocho manos. Le aseguró: Así como existen personas que no asisten a conciertos de cámara porque el volumen del sonido les resulta insuficiente, lo mismo le ocurrirá a usted si ejecuta solamente un instrumento. Si puede, intente ser director de orquesta; sólo eso le producirá satisfacción.
Ya en sus días de estudiante Von Karajan tenía acceso a la í“pera de Viena, que era generalmente la más costosa. Su tío era el encargado de seguridad del teatro y con frecuencia obtenía uno o dos billetes para su sobrino. Y así Von Karajan pudo escuchar a los grandes cantantes del momento interpretando una amplia selección del repertorio operático.
Independientemente de la reputación de que gozaba la academia, Von Karajan siempre afirmó que las clases de dirección orquestal eran de poco nivel.
Clemens Krauss, profesor titular estaba dirigiendo la í“pera del Estado
Naturalmente, dice Von Karajan: siempre pensamos que el director no hacía bien las cosas, pero el sistema funcionaba muy bien. Quizá mejor que si hubiéramos tenido un buen profesor.
Después de dirigir tres o cuatro conciertos, comprendió von Karajan que podía hacerlo, pero la orquesta estudiantil no era adecuada para él. Deseaba comprobar cuál sería su desempeño al frente de una orquesta profesional y en concierto público. Hizo una tentativa, reunió todo el dinero que pudo y financió su propio concierto.
Comenta Von Karajan: Me llevó año. Tuvo lugar en Salzburgo, donde era conocido como pianista, y dirigí la orquesta de Salzburgo. Mi padre ejecutó el clarinete esa noche en la orquesta. El intendente del teatro de ópera de Ulm, Alemania, estaba presente. Quedó impresionado y me solicitó que dirigiera «Fígaro» en su teatro.
«Karajan presenta a Karajan» (23 de enero de 1929) fue un hito importante, no sólo porque le proporcionó trabajo en Ulm, que fue el comienzo de su carrera, sino porque reveló su manera de encarar el trabajo. El maestro von Karajan cuando deseaba algo, hacía una rápida evaluación de la situación, trazaba un plan y se dedicaba a llevarlo a cabo sin vacilaciones.
Nueva Guatemala de la Asunción, 4 de julio de 2008.
Ese era su estilo. En este caso, sabía que descollaba entre sus pares.
Sabía que podía dirigir una orquesta.
Von Karajan realizó un viaje a Viena, allí puso todo su empeño porque sabía que todavía debía aprender y mucho.
Su único deseo era trabajar con mucho ahínco, tener un trabajo propio.
Esa era su máxima aspiración. Se alegró mucho al tener por primera vez un teatro que era pequeño sin duda, y cuyos cantantes ya habían perdido la voz o eran demasiado jóvenes; pero era de él.
El público de entonces era sin duda diferente al de estos tiempos de globalización. Todos los alemanes deseaban poseer conocimientos de arte, ciencia, música. Quizá no a todos les interesase la música, pero deseaban conocerla. Los teatros de entonces eran institutos de enseñanza. Por supuesto, las cosas han cambiado. Hoy todos exigen perfección; desean lo mejor.