La OIT y los convenios laborales


Los chapines no están enterados que Guatemala asiste todos los años, en junio, a Ginebra, a las reuniones de la Organización Internacional del Trabajo; la delegación viaja por varias semanas financiada por los impuestos y no por las partes, es tripartita, la integran el Ministerio de Trabajo, los representantes patronales y sindicales. Algunos delegados han tratado de efectuar un trabajo eficiente, aunque la mayorí­a -lamentablemente- aprovecha esta oportunidad de viajar a expensas del Estado para relajarse, conocer, pasear y comprar.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Si se efectuara un recuento de los convenios de la OIT en los que el paí­s ha participado en el proceso de adopción, sin duda alguna, nos encontrarí­amos entre los paí­ses que han aceptado aprobar más convenios que la mayorí­a de naciones pero que por falta de preocupación y cuidado no los ha ratificado. En otras palabras, la mayorí­a de estos convenios se quedan en papel mojado y el Ejecutivo no los convierte en iniciativas que enví­e al Congreso de la República.

La debilidad, la falta de organización, la falta de desarrollo y la ineficiencia de los representantes laborales hace que todos esos convenios, que indudablemente son una garantí­a para millones de guatemaltecos, permanezcan sin mayor respaldo, durmiendo eternamente. Las organizaciones patronales raramente demuestran algún interés por pedir que se convierta en norma legal vigente, no comprendiendo que la ratificación de los convenios acordados ante la OIT crean una homologación de normas laborales que evitan la competencia desleal a nivel mundial, especialmente en la producción agrí­cola y de maquila.

Recientemente, el 21 de mayo, el Comité Coordinador de Asociaciones Agrí­colas, Comerciales, Industriales y Financieras, CACIF, en campo pagado en todos los medios de comunicación social escritos, ante la actual crisis económica plantea «ratificar e implementar el convenio 175 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para permitir que se generen más fuentes de empleo», convenio que se refiere al trabajo a tiempo parcial que se acordara en la sesión de la Conferencia 81, el 24 de junio de 1994.

Este planteamiento llama la atención porque evidentemente lo que se está buscando es dividir entre varias personas un puesto de trabajo y nadie pensarí­a que por cuatro horas o menos estén dispuestos a pagar por lo menos el salario mí­nimo que es una garantí­a de subsistencia.

También se asemeja a la pretensión de establecer salarios mí­nimos por productividad, chocando con la corriente que cada dí­a más se evidencia en Estados Unidos en el Partido Demócrata, donde tanto el senador Barack Obama como la senadora Hillary Clinton, evidentes cabezas del nuevo liderazgo polí­tico en ese partido, abogan por mayores beneficios para la clase trabajadora, para la clase media y por la conservación de los puestos de trabajo dentro de ese paí­s, comprendiendo que la caridad empieza por casa y que no es a base de exprimir, de sacarle el jugo a los más necesitados, a los más desprotegidos, como se desarrolla un mercado; por el contrario, es a base de reconocer que es ampliando la capacidad adquisitiva, el poder de compra de la mayorí­a como se aumenta y distribuye la riqueza. Ojo gobierno, ojo partidos polí­ticos.