El día de ayer me refería a la agudización de los extremos de pobreza que se registran en Guatemala, como consecuencia de la carestía de vida y el imparable incremento de los precios del petróleo, que, además, causa desempleo, hambre, dolor y muerte.
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Señalaba que los países productores del crudo se han deshumanizado, y que las empresas petroleras se han confabulado con aquellas enriquecidas naciones, para mantener y aumentar los precios del petróleo, tan necesario en la vida de los pueblos. Un documento que tenía archivado me ha dado la razón.
A finales de abril de este año, la organización Transparencia Internacional (TI) reveló que las ganancias mundiales de las petroleras ascendieron en 2006 a aproximadamente 866 mil millones de dólares. Por menos del 10 por ciento de esta casi inimaginable suma el mundo podría haber financiado los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, entre ellas reducir la pobreza, el hambre, las enfermedades y el analfabetismo, tomando en consideración que la comunidad internacional estimó que para cumplir con esas metas, fijadas por la Asamblea General de la ONU, costaría alrededor de 73 mil millones de dólares.
Según un estudio de Transparencia Internacional, las principales empresas petroleras mundiales obstruyen los esfuerzos para erradicar la pobreza y la corrupción, «al envolver en un manto de secretismo sus acuerdos financieros con los gobiernos», lo que, aprovechando la coyuntura nacional, podría develarse con otras empresas en Guatemala, si se aprueba la iniciativa de Ley de Acceso a la Información.
Esa investigación señala que las firmas más transparentes tenían un buen desempeño financiero, lo que sugiere que no hay contradicción alguna entre ganancias y apertura de la información, toda vez que la transparencia de los réditos es una ecuación de ganancia total, puesto que los beneficios son enormes para todos, especialmente los más pobres, según declaraciones que se atribuyen a Cobus de Swardt, director gerente de la organización, mientras que la presidenta Huguette Labelle de TI advirtió que la trágica paradoja consistente en que muchos países ricos en recursos sean pobres, se origina en la falta de datos sobre ganancias petroleras, mineras y de otras materias primas, y la forma como son operadas.
Cuando las empresas y los gobiernos son transparentes, los ciudadanos, los periodistas, la sociedad civil y los investigadores pueden rastrear los flujos de ganancia, lo cual obliga a los funcionarios públicos a rendir cuentas, a la vez que se desalienta la corrupción, puesto que los gobiernos de los países productores deberían asumir la responsabilidad última de asegurar la transparencia.
Entre las firmas de los países en desarrollo menos transparentes en sus operaciones se menciona a China Continental Offshore Oil, Kuwait Petroleum, PDVSA de Venezuela, la mexicana Pemex y el conglomerado angloholandés Shell.