Edificar la noción de seguridad implica hacer público lo público


En Guatemala hay más personal de policí­as privadas que agentes de la Policí­a Nacional Civil.

Julio Donis

La noción de seguridad se construye al igual que la noción de lo público, a través de mucho tiempo; de hecho aquella forma parte de la segunda. Salir a la calle de noche y caminar sin miedo o imaginar un paí­s sin armas, tiene que ver con un proceso que se construye no sólo en las esferas del Estado, sino en las relaciones familiares o en la educación y valores que se enseñan en las aulas, incluso con la forma en que desarrollamos las relaciones interpersonales cotidianas. Esto es apremiante porque el ciudadano necesita sentirse seguro al dí­a siguiente y no después de décadas, es el mismo dilema que afronta la democracia como modelo que no le resuelve a la gente la necesidad inmediata de comer, de justicia, de seguridad; es la necesidad del hoy que no aguanta el tiempo futuro con que trabaja la polí­tica. Lo que se deformó en unas décadas tomará muchas más reconstituirlo.


Esto tiene abordajes en la coyuntura, pero también en la estructura. Así­ como se puede aprobar una iniciativa de ley para pasar el control de la portación de armas, del Ministerio de la Defensa al Ministerio de Gobernación en este año, tomará su tiempo aspirar a que las personas que portan armas (por cierto cada vez se ven más) las cambien por un libro. Cambiar los cimientos de algo establecido toma años o generaciones, lo importante es tener claridad del horizonte. La tarea tiene parangón con el esfuerzo de desprogramar o cambiar el ideario reaccionario de los guatemaltecos de ideas militarizadas a una lógica de confrontación pací­fica.

Más policí­as privadas

Nuevamente, como en otras entregas hago hincapié en las consecuencias de haber malformado la dimensión del Estado o de lo público, porque es una de las raí­ces de este árbol torcido. Hay que reorientar el camino y pensar que el paí­s no se acaba, nuevas generaciones podrán valorar las virtudes de una noción más social y menos privatizada de la vida. Cabe aquí­ el siguiente condimento: es una contradicción la realidad que en Guatemala hay más personal de policí­as privadas que elementos de la Policí­a Nacional Civil; dicho de otra forma, nos cuidan las empresas privadas de seguridad y no el Estado; sigo derivando, cuál es el respeto que un ciudadano le debe al entorno (las obligaciones civiles) para establecer una convivencia pací­fica, si el amparo que espera cuando un derecho le es inflingido, se lo presta con mayor inmediatez una empresa privada que el representante del Estado.

El tema de la seguridad es de tal complejidad que demanda de la misma forma un esfuerzo sostenido y abordado desde varios ángulos. Por cierto, siempre es importante preguntarnos lo que parece obvio: ¿qué es seguridad? ¿Cuál es el ámbito de la seguridad? ¿Es sólo interna o también atañe a factores externos? Implementar un plan de seguridad como polí­tica de Estado involucra a los cuerpos policiales o debe incluir a la instancia responsable de la polí­tica exterior? ¿Pensar en seguridad es algo más militar que civil o viceversa? Ni una ni otra, puesto que el ámbito definido por el Estado y la Nación contiene todo y de la misma forma su abordaje tiene que ser integral.

Si queremos partir de algo, ya el acuerdo sobre Fortalecimiento del Poder Civil y Función del Ejército en una Sociedad Democrática sienta un precedente. Dicho acuerdo denota el deber del Estado de garantizar la seguridad; al poder legislativo la responsabilidad de implementar debate público sobre asuntos nacionales torales como éste; priorizar las medidas legislativas que sean necesarias para fortalecer el sistema de justicia.

La tarea pendiente

A partir de esa base hay una lista de tareas que componen un abordaje sistémico de la seguridad. Se puede mencionar el fortalecimiento del Servicio Público de la Defensa Penal; implementar la persecución penal para delitos de daño social mayor; retomar la figura del Consejo de Seguridad, sea este asesor o con funciones más influyentes; concluir el proceso de reestructura de las fuerzas policiales, esto pasa por hacer más civiles a los policí­as lo cual significa dignificar y humanizar. La lista también incluye la especialización efectiva de acuerdo a nuevos males entre los que caben el narcotráfico, la seguridad fronteriza, protección del patrimonio cultural y del medio ambiente. También la efectiva regulación de la fuerzas privadas de policí­a bajo el efectivo control de la Policí­a Nacional Civil; restringir la tenencia y portación de armas (por cierto la votación que promueve un diputado en la página de Internet del Congreso, es mayoritaria a favor de que dicha función permanezca en el ámbito del Ministerio de la Defensa y no de Gobernación); terminar las reformas a la Ley Constitutiva del Ejército para confinar dichas fuerzas de una vez a la lógica de la defensa y no de la represión…

En fin la lista se extiende a más ámbitos porque como decí­a párrafos arriba, la temática es compleja y las variables son muchas, algunas ya se han ido cumpliendo y otras están pendientes, pero en todo caso son pasos que pueden abonar para que un dí­a el aire que respiremos sea de tranquilidad.