Viena, que eligió renovar su viejo estadio de 77 años en lugar de construir uno nuevo para la Eurocopa-2008, albergará la final Alemania-España, mañana, en un complejo que sirvió para la propaganda nazi y se utilizó como prisión improvisada por los seguidores de Hitler.
El estadio Ernst-Happel, llamado Prater en sus orígenes, por el nombre de la periferia de Viena en la que se levanta, abrió sus puertas por primera vez luego de 23 meses de construcción, en 1931, para la segunda Spartakiade de trabajadores.
Aquello era una manifestación deportiva de masas que, esencialmente por iniciativa de comunistas, tenía intenciones de eclipsar a los Juegos Olímpicos.
Considerado como uno de los estadios más modernos de Europa en aquella época, su estructura, concebida por el arquitecto alemán Otto Ernst Schweizer, había sido calificado de «utopía hecha acero, vidrio y cemento».
Al inicio el estadio Prater, que albergaba la celebre Wunderteam austriaca de los años 1930, podía albergar 60 mil personas en una época en que los espectadores usaban sombrero para ir a ver los partidos, casi como cuando se iba al teatro.
El 1 de mayo de 1934, escolares desfilaron en el estadio para rendir homenaje al canciller austriaco fascista Engelbert Dolfuss durante un espectáculo organizado a todo color para la Jornada del Trabajo.
El canciller aprovechó ese acto para proclamar una nueva constitución, transformando a Austria en una dictadura.
Cuatro años después, el 3 de abril de 1938, el mismo estadio Prater recibe el «Partido de la Anschluss», 15 días después de la ocupación alemana en Austria a cargo de Adolf Hitler, el 12 de marzo.
La propagando nazi intentó hacer pasar ese partido como una reconciliación entre las dos partes del Reich y los austriacos derrotaron a los alemanes 2-0 delante de grandes banderas nazis.
El 10 de abril, siete días más tarde, el referéndum sobre la anexión fue ganado por los partidarios de la unión al Tercer Reich de Hitler.
Luego, el 10 de septiembre de 1939, la Gestapo alemana usó el estadio como una gigantesca prisión y retuvo a más de 1 mil judíos con el pretexto de que las prisiones vienesas estaban desbordadas.
Los prisioneros después fueron enviados al campo de concentración de Buchenwald, el 30 de septiembre. Lo increíble fue que al día siguiente, el estadio volvió a ser utilizado como campo de fútbol como si nada.
En el esfuerzo de reconstrucción de la posguerra en los años cincuenta, su capacidad fue subida a 90 mil personas. Enteramente renovado en 1986 y reducido a una capacidad de poco más de 50 mil espectadores tras la imposición de plazas con asiento para todo el público, el estadio fue rebautizado con el nombre del legendario entrenador Ernst Happel, en 1993.
Apodado «La vieja dama» por los vieneses, el estadio se hizo una refrescadita de unos 37 millones de euros para la Eurocopa-2008, que organizan Austria y Suiza.
Alemania y España se jugarán la Copa de mañana, con todas esas connotaciones dando vuelta.