Zimbabue cuenta los votos


Robert Mugabe, presidente de Zimbabue, y virtual ganador de las elecciones, en el momento de acercarse al centro de votación.

Zimbabue contaba hoy los votos de las elecciones presidenciales de la ví­spera en las que se da por segura la victoria del único candidato, el jefe del Estado Robert Mugabe, mientras la oposición las tachó de «farsa» y denunció la falta de un texto de condena de la ONU.


Los responsables electorales zimbabuenses señalaron que los primeros resultados de las 210 circunscripciones del paí­s se conocerán hacia la hora del almuerzo (local), si bien el resultado definitivo se anunciará a última hora de hoy o mañana.

Sin embargo, mientras Mugabe -de 84 años y desde hace 28 en el poder- esperaba la confirmación de su victoria, el Movimiento por el Cambio Democrático (MDC) del lí­der opositor Morgan Tsvangirai declaró hoy que la votación fue una farsa y criticó duramente a Sudáfrica.

Tsvangirai -que boicoteó el escrutinio de ayer renunciando a presentarse debido a la actual oleada de violencia contra sus partidarios- sufrió un duro golpe anoche cuando Sudáfrica bloqueó una resolución no vinculante del Consejo de Seguridad de la ONU que preveí­a definir los resultados de las elecciones presidenciales «sin credibilidad ni legitimidad».

«Lo que podrí­amos esperar de la comunidad internacional es que declarara estas supuestas elecciones ilegí­timas», indicó hoy el portavoz del MDC, Nelson Chamisa.

«Este andar de puntillas que demuestran los organismos internacionales abona indirectamente la represión en Zimbabue», criticó Chamisa.

La oposición zimbabuense cargó contra el presidente sudafricano, Thabo Mbeki, por «abandonar a mucha gente en Zimbabue al actuar como un escudo de un régimen canalla».

Mbeki es el mediador oficial regional entre el partido gubernamental y la oposición en Zimbabue pero su rechazo a criticar públicamente a Mugabe ha causado una fuerte exasperación en el MDC.

Su lí­der Tsvangirai ganó la primera vuelta de las presidenciales, el 29 de marzo, pero quedó por debajo del 50% necesario para hacer efectiva su victoria sin necesidad de una segunda ronda electoral.

Pese a boicotear el escrutinio de ayer y ante noticias que señalaban que muchos electores fueron obligados a votar por el régimen de Mugabe, el lí­der opositor pidió ayer a sus partidarios que no hicieran gestos de desafí­o.

«Si debe votar por Mugabe porque peligra su vida, hágalo. Si le obligan a votar por Mugabe para no tener problemas personales, también hágalo», dijo Tsvangirai.

En varias partes de Zimbabue hubo denuncias de que las papeletas de voto fueron inspeccionadas antes de ser metidas en las urnas.

El diario del régimen The Herald publicó hoy que la participación en el escrutinio fue «masiva» pero no dio cifras.

La secretaria estadounidense de Estado, Condoleezza Rice, señaló la existencia de numerosos informes sobre intimidaciones.

«Creo que no hay duda alguna de que la elección de ayer en Zimbabue fue una farsa», subrayó Rice hoy, mientras viajaba hacia Corea del Sur, añadiendo que su enviado para Africa, Jendayi Frazer, participará en la cumbre del lunes de la Unión Africana (UA) en Egipto para presionar a Mugabe.

Asimismo, destacó el deseo de Estados Unidos de que el Consejo de Seguridad de la ONU adopte la próxima semana una resolución sobre Zimbabue, para enviar un «fuerte mensaje de disuasión» a Mugabe.

En este sentido, el primer ministro británico, Gordon Brown, aseguró hoy, en una declaración hecha en Londres, que el mundo está «unido en el rechazo del régimen ilegí­timo» de Mugabe.

Brown también expresó su esperanza de que la cumbre de la UA sea «una oportunidad para la región de restablecer la esperanza al pueblo de Zimbabue», un paí­s con una inflación surrealista (165 mil %) y una economí­a totalmente colapsada.

Mucha presión


El boicot del escrutinio presidencial de ayer en Zimbabue aumentó en lo inmediato la presión sobre el régimen de Robert Mugabe, pero ha dejado a la oposición con pocas opciones con que hacer frente a las secuelas electorales, según los analistas.

Occidente -encabezado por Estados Unidos y la ex potencia colonial de Zimbabue, Gran Bretaña- calificó de farsa la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de ayer, en la que sólo se presentó candidato Mugabe mientras que el lí­der opositor, Morgan Tsvangirai, se retiró ante la oleada de violencia contra sus partidarios.

La decisión de Tsvangirai atrajo la atención sobre los abusos del régimen de Mugabe. Sin embargo, el rechazo de la ONU a imponer una resolución de condena del escrutinio por ilegitimidad también puso de manifiesto los lí­mites de la diplomacia.

Pese a esto último, la estrategia del lí­der del opositor Movimiento por el Cambio Democrático (MDC) estuvo justificada, opinó hoy John Makumbe, profesor de Ciencias Polí­ticas en la universidad de Zimbabue.

«Mostró lo que realmente es Mugabe: un dictador vicioso y violento que ahora está siendo criticado por los propios lí­deres africanos», explicó Makumbe.

«Lo que Morgan Tsvangirai hizo boicoteando el escrutinio fue trasladar la crisis hasta la ONU. Por primera vez el Consejo de Seguridad discutió sobre Zimbabue durante cinco horas y emitió un comunicado», subrayó.

Sin embargo, la resolución no vinculante emitida anoche por el Consejo de Seguridad de la ONU se limitó a expresar un «profundo lamento», ante el bloqueo de Sudáfrica -mediador entre Mugabe y el MDC-, que se quedó bien lejos de las esperanzas de la oposición de una resolución formal.

Con la retirada de Tsvangirai, que dejó ví­a libre a la reelección de Mugabe, y el mediador sudafricano proclive a una diplomacia «tranquila», los analistas subrayan cómo el lí­der opositor zimbabuense debe enfrentarse ahora a una pregunta de difí­cil respuesta: ¿cuál es el próximo paso?.

«Creo que está realmente limitado en sus opciones», asegura John Akokpari, un experto en polí­tica de la universidad del Cabo, para quien Tsvangirai no tiene un «plan B» demasiado claro.

Muchos observadores ven algún tipo de gobierno de transición como la solución más plausible, si bien esto también plantea problemas.

Y es que es difí­cil imaginar a Mugabe, un ex héroe de la independencia, compartiendo el poder con un rival al que ha calificado de retazo de la colonización británica.

También parece muy poco improbable que Tsvangirai admita quedar bajo la autoridad de Mugabe, a quien derrotó en la primera vuelta de las presidenciales, en marzo.

«No se si Tsvangirai aceptarí­a formar parte de un gabinete con Mugabe como presidente», señaló Elizabeth Sidiropulos, del Instituto Sudafricano de Relaciones Internacionales.

La mejor opción del lí­der opositor es tratar de ganar apoyos de los lí­deres regionales que, al contrario de los occidentales, parecen tener un cierto grado de influencia sobre Mugabe, según muchos analistas.

Para Sidiropulos, Africa debe presionar al presidente zimbabuense con medidas concretas como algún tipo de sanciones regionales «que tengan credibilidad» y que, por tanto, logren un impacto seguro.

Sin embargo, el abandono de Tsvangirai -internacionalmente aclamado- ha planteado problemas a sus compatriotas.

«Lo pintan como un cobarde. Los zimbabuenses lo verán como un lí­der condicionado», resumió Jonathan Moyo, ex ministro de información de Mugabe y actualmente diputado independiente.