La «compensación» de CO2 de los viajes tiene poco éxito


Para dar una imagen de empresas «verdes», las grandes compañí­as aéreas y las agencias de viajes proponen una «compensación» de la contaminación con CO2 resultante de sus trayectos, pero sus clientes son reacios a pagar para tener buena conciencia ecológica.


El principio es aparentemente simple: para contrarrestar el dióxido de carbono emitido durante los viajes, los turistas son invitados a pagar, al comprar sus billetes, un suplemento destinado a financiar proyectos de lucha contra el efecto invernadero (salvaguarda de bosques, energí­as renovables, etc.).

Pero la «compensación» no es una ciencia exacta: para un vuelo de ida y vuelta entre Parí­s y Nueva York, por ejemplo, un pasajero asume la emisión de entre una y tres toneladas de equivalente CO2, según los cálculos distintos de empresas y asociaciones, y el precio a pagar oscila entre 15 y 75 euros.

Pionera en la materia, la agencia de viajes de lujo francesa Voyageurs du Monde es la primera que reconoce que «la compensación voluntaria es un fracaso total», en palabras de su presidente, Jean-Franí§ois Rial.

«Sólo uno por ciento de nuestros clientes ha pagado realmente el costo del CO2 emitido por su viaje», afirma Rial. La empresa tomó pues la decisión de hacer pagar a sus clientes obligatoriamente: la factura de un vuelo de largo trayecto será a partir de ahora diez euros más cara, es decir el precio de media tonelada de CO2.

Rial atribuye el fracaso del pago voluntario a su complejidad: «el cliente debí­a pagar dos veces», primeramente el precio del viaje a la compañí­a y después la «contribución» a una ONG.

Las compañí­as «low cost» Easyjet y Atlas Blue encontraron una solución para ese inconveniente. Sus clientes «pueden optar por esa opción cuando compran un billete, como se hace con el seguro, lo que es más fácil», estima Matthieu Tiberghien, encargado del programa «Acción Carbono».

Aunque según un reciente sondeo, el 65% de los viajeros franceses están dispuestos a pagar para compensar las emisiones de C02 de sus viajes, la proporción de los que lo hacen realmente es muchí­simo más baja. Un años después de la aplicación del dispositivo por una agencia del servicio francés de ferrocarriles, sólo 3 mil de sus 5,5 millones de clientes habí­an pagado la dicha «compensación».

La compañí­a aérea Air France propone también a sus clientes, desde octubre de 2007, que «compensen» sus viajes mediante donativos entregados a una asociación.

La compañí­a aérea no publicó balance alguno de la operación, pero ésta parece tener poca aceptación, según la asociación beneficiaria, Goodplanet, que estima que «apenas mil» clientes de Air France le hicieron donativos.

Otra compañí­a aérea, British Airways, que fue la primera en lanzarse a este tipo de operaciones (en marzo de 2006), muestra la misma discreción que su competidora francesa sobre los resultados obtenidos, al igual que la alemana Lufthansa, que inició su programa en septiembre de 2007.

Más locuaz, TUIfly, filial de TUI, lí­der europea del turismo, indica que siete por ciento de sus clientes «compensaron» desde noviembre pasado, entregando un monto total de 250 mil euros.