Gordon Brown celebró un triste primer aniversario


El primer ministro británico, Gordon Brown, recibió dos amargos regalos hoy, cuando cumple un año en el poder: una humillante derrota en una elección parcial y sondeos que indican que un 60% de los votantes piensa que él es un lastre para su Partido Laborista.


Hace un año, Brown despertó expectativas al remplazar en Downing Street, sin pasar por las urnas, a un desprestigiado Tony Blair.

Doce meses después, su popularidad está por los suelos y las dudas sobre su capacidad para superar la crisis económica y el desgaste polí­tico de los laboristas están en aumento.

Brown se despertó hoy con la noticia de que el Partido Laborista se habí­a ubicado en un quinto lugar en una elección legislativa parcial en Hensley, cerca de Oxford (oeste de Londres), en la que incluso el pequeño partido ecologista y el minúsculo Partido Nacional Británico (extrema derecha) le sacaron ventaja.

«Este es un resultado terrible» para los laboristas, reconoció hoy el ministro de Salud, Ben Bradshaw.

Este resultado confirma y agrava el de los comicios locales del pasado 1 de mayo, cuando los laboristas se situaron por detrás de los conservadores y los liberales demócratas en las elecciones de Inglaterra y Gales, e incluso perdieron una de las joyas de la corona: la alcaldí­a de Londres, que pasó a los tories.

Y para aguarle más el primer aniversario de su llegada a la jefatura del Gobierno, un sondeo reveló que los conservadores llevan 18 puntos de ventaja sobre los laboristas en las intenciones de voto (46% a 28%), lo que darí­a a los tories una aplastante minorí­a en la Casa de los Comunes.

Según el sondeo publicado hoy por el Daily Telegraph, dos tercios de los británicos (61%) estiman que Brown es ahora «un lastre electoral» para su partido.

Por más que Brown y el gobierno atribuyan la derrota electoral y los pésimos sondeos a circunstancias externas, tales como la crisis de crédito y el encarecimiento del petróleo, y al desgaste que sufre cualquier partido gobernante -el Laborista está en el poder desde 1997-, las encuestas confirman que los británicos han dado la espalda a los laboristas.

Este rechazo no se debe sólo a la evidente falta de carisma del lí­der británico, que es reconocido por casi todos, sino también a errores cometidos por Brown desde que llegó a Downing Street.

Brown «es su peor enemigo», escribió esta semana el diario Financial Times.

Muchos analistas recuerdan, con motivo de este aniversario, sus constantes titubeos ante una serie de problemas y crisis, como la del banco Northern Rock, la reforma fiscal, o como cuándo, tras asumir el gobierno, coqueteó durante algunas semanas con la idea de convocar a elecciones anticipadas.

Cada vez más, los comentaristas evocan, al hablar del futuro de Brown, al primer ministro conservador John Major, que enterró el largo periodo de los tories en el poder, después de la renuncia de Margaret Thatcher.

Consciente sin embargo del desgaste que provocan las dolorosas luchas intestinas, los laboristas evitarán despedir a Brown, que parece por su parte empeñado en llegar hasta el 2010, cuando será obligado a convocar elecciones generales.

El premier británico espera que para entonces, las perspectivas económicas serán más optimistas, y los votantes británicos se lo agradecerán en las urnas.